lunes, 24 de diciembre de 2012

Colombia: perdidos entre cafetales


Autora invitada: Aina de Lapparent


Nuestro destino es pasar siete días en una finca cafetera cerca del pueblo de Anserma en la región de Caldas, justo en medio de la zona cafetera de Colombia.

Siete horas con un coche particular para hacer 189 kilómetros! "Aquí sabes cuando sales pero nunca cuando llegas”. ¿Cuántas veces lo hemos oído decir?; Sí, los trayectos son imprevisibles, y difícilmente puedes preveer el tiempo que requiere ir de un lugar al otro. ¡Está claro que son carreteras de montaña, curvas una detrás de otra, patinazos, subidas y bajadas, cambios de rasante, trozos sin asfaltar...!



Durante el trayecto encontramos obstáculos permanentes, pero los caminos no son en absoluto solitarios. Durante todo el viaje nos acompañan numerosos camiones llamados tractomulas, peajes, estaderos, vendedores ambulantes de obleas, de empanadas, de pan de queso... La topografía es cada vez más accidentada, la vegetación más espesa, el verde más diverso y las nieblas nos transportan hacia un paisaje único.

Llegamos a destino bajo una lluvia tropical. Nos sonríen, traemos suerte: el café necesita mucha. Cómo que ha caído el sol, no vemos mucho, pero hay algo exuberante en el ambiente.


Con las primeras luces del día podemos apreciar toda la belleza del lugar. Un paisaje infinito de plantaciones de café, palmeras, bananeros, el río serpentea al fondo del valle, y, al horizonte, detrás las montañas, el Pacífico. Son las seis de la mañana y todo parece indicar que ya hace rato que el pueblo está despierto. Carreteras llenas de gente que sube y baja, niños uniformados que van hacia la escuela, yupaos y busetes a rebosar arriba y abajo.


La estancia en la finca cafetera nos permite vivir de cerca la vida de los campesinos de la zona, que trabajan la tierra con pasión y dedicación. Los días empiezan temprano aromatizados de café y con un buen almuerzo. Hoy visitamos la plantación, nos explican todo el proceso de recolección y transformación del café en un producto de primera calidad. También conoceremos como los productores de café se organizan alrededor de sus cooperativas locales y de la Federación Nacional de Cafeteros.




En la plantación hay una cierta desazón, empiezan a aparecer los primeros granos rojos, de aquí a tres o cuatro semanas empezará la gran recolecta, eso sí, hace falta que llueva. Cuanto más lluvia mejor. Nos perdemos entre los cafetales... y aprendemos a utilizar el machete.



Tenemos suerte, son las fiestas del pequeño pueblo de Anserma. Las calles y las plazas todavía más llenas si es posible. La escuela, el mercado, el cementerio, los taxis, los yupaos, las mulas, la iglesia, los perros, los cafés y los billares también están a rebosar.




Desde Anserma visitamos otros pueblos vecinos, escondidos en medio de esta geografía ondulante y accidentada. Tampoco perdemos ocasión para probar la gastronomía local: tamales, sancocho, patacon, destierra paisano... siempre acompañados de una buena dosis de fríjoles y un buen zumo de fruta. ¿Cómo alguien puede negarse a descubrir nuevos gustos, nuevos colores? Del maracuyá al lulo, la guanabana, el tomate de árbol... con agua o con leche, pero a todas horas.




Desafortunadamente el Parque Nacional Natural de Los Nevados de Ruiz está cerrado por alerta de erupción y no pudimos visitarlo. Aprovechamos para bañarnos en las aguas termales de Santa Rosa donde hay tres tipos de aguas termales naturales que llegan hasta los 70 grados. Visitamos Manizales
, ciudad universitaria joven con un centro comercial muy activo donde, por cierto, proliferan las casas de juego y apuestas. Más tarde, paseamos por Recinto del Pensamiento y visitamos un invernadero de mariposas, un jardín de orquídeas con centenares de especies diferentes desde donde observar colibrís autóctonos. Es la temporada de las estrellas, gente de todas edades elevan sus sueños en su punto más alto de la ciudad.



De regreso a la finca, de nuevo el paisaje infinito del café nos acompaña. Una noche más, dormimos entre sacos de café para tostar. La noche es oscura en el horizonte, los relámpagos de la tormenta del Pacífico, tan cerca y tan lejos a la vez. ¡Esta vez no es posible, el Caribe nos espera!





Aina también ha escrito:
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Aina tiene 15 años y este verano pasado ha cruzado el Atlántico por primera vez para hacer un viaje con la familia durante un mes. La experiencia de conocer nuevas realidades le ha gustado tanto que espera volver a viajar muchas veces a lugares igual o más interesantes. Es nuestra invitada del mes de diciembre y temporalmente le hemos cedido el blog para que nos explique su viaje en Colombia. -- Enric y Celia


 
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