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Quaderns de bitàcola
Durante los últimos años hemos conocido un montón de ciudades: algunas de ellas nos han apasionado, otras no tanto... muchas nos han impactado, pocas nos han defraudado... algunas han sido auténticos descubrimientos, otras simplemente han sido lugares de paso... pero si tenemos clara una cosa es que si nos tuviéramos que quedar a vivir, pocas las cambiaríamos por nuestra Barcelona.
Quizás ya empieza a ser hora de hablar de la ciudad donde vivimos, ¿no? Hoy estrenamos "Rincones de Barcelona", una nueva sección del blog en la que iremos explicando nuestros lugares preferidos de la ciudad condal. Para empezar y celebrar el estreno, hoy os hablaremos de uno de los que para nosotros tiene más encanto: la Plaza del Rey.
En el corazón del barrio gótico y detrás de la Catedral de Barcelona, encontramos la Plaza del Rey. Esta contiene, posiblemente, el conjunto monumental que mejor ejemplifica el pasado medieval de la ciudad. Aquí cada piedra explica una historia y se respira el pasado glorioso de Barcelona en la Edad Media. Es una plaza tranquila y pequeña en dimensiones considerando su importancia, pero justamente este es uno de sus encantos.
En su cara norte se levanta el Palau Reial Major, residencia de los condes de Barcelona y los reyes de Aragón hasta la unión dinástica con el reino de Castilla en el siglo XV. El palacio había sido edificado en el siglo XII sobre restos paleocristianos y fue ampliado después por Jaume I sobre la antigua muralla romana. Posteriormente se añadieron el Saló del Tinell -el espacio más simbólico del palacio, y que era la sala de las Cortes, de banquetes y solemnidades- y la Torre del Rei Martí -atribuida a este conde, a pesar de que hacía más de cien años que había muerto cuando se construyó-. En las escaleras que dan acceso al palacio que hoy son punto de encuentro de barceloneses, era donde en el pasado se reunían los sabios prohombres de la ciudad para establecer jurisprudencia.
En uno de los lados del Palau encontramos la capilla real de Santa Águeda, en la que destaca el valioso retablo del Condestable, obra de Jaume Huguet. En frente suyo se ubica el Palau del Lloctinent, ya construido al siglo XVI y destinado a ser la residencia del representante del rey en Cataluña, a pesar de que no llegó nunca a cumplir esta función. El palacio se articula alrededor de un patio renacentista con grandes arcos y una galería toscana en el primer piso. No te de reparo subir, la escalera de honor está cubierta con un excepcional trabajo de madera cortada del 1553 y se puede ver una puerta con relieves de Josep Maria Subirachs, escultor también de la Fachada de la Pasión de la Sagrada Familia.
El actual aspecto de la plaza se acabó de configurar en los años treinta del s.XX, cuando se añadió la casa Padellàs, un antiguo edificio del s.XVI que se trasladó piedra a piedra a su emplazamiento actual después de abrirse la Vía Laietana. Esta acoge el Museo de Historia de la Ciudad y permite el acceso al que queda de la romana Barcino que puedes intuir desde las ventanas bajas de la fachada del edificio que da en la calle Veguer.
Como última curiosidad te diremos que en esta plaza, donde hoy encontramos la escultura Topos V de Eduardo Chillida, se levantó durante muchos años una de las columnas del Templo romano de Augusto, que hoy se puede visitar en el patio del Centro Excursionista de Cataluña, en la calle del Paradís.
Para nosotros la Plaza del Rey es un "must" de Barcelona, de esos lugares al cual siempre volvemos y que recomendamos a todo el mundo que visita la ciudad. De hecho, si buscas hotel en Barcelona, es mejor tenerlo cerca del casco antiguo para poder disfrutar mucho más. Como buena parte del corazón histórico de Barcelona, hay que descubrirlo sin prisas para no perderse esos detalles que a primera vista pueden pasar desapercibidos.
¿Y para tí, cuál es tu rincón favorito de Barcelona?
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