miércoles, 30 de enero de 2013

La sema, la singular oración de los derviches giróvagos



Hace diez años no la pudimos ver, pero esta vez no nos quedamos con las ganas. Hablamos de la semâ, la famosa ceremonia sufí y, posiblemente, uno de los elementos más conocidos de la cultura tradicional turca.

El sufismo es una doctrina mística del islam. El nombre proviene del árabe "suf" (lana) porque los sufís realizaban voto de pobreza y acostumbraban a vestir ásperos tejidos de lana. Aspiran a conseguir una experiencia personal a partir del contacto divino, lo hacen mediante rituales de meditación que mezclan poesía, música y danza, que los conducirán al éxtasis en comunicación directa con Alá. Existen diferentes corrientes sufís pero la más famosa es la de Mevlevi, conocida por sus devixos giróvagos.

La cofradía de los derviches giróvagos es conocida por su plegaria en forma de danza giratoria o sama, una tradición que se propone como la parte visual y musical de la mística escrita mevlevi, nombre que proviene de Mevlana Rumi, santo y poeta, creador de los 25000 versos en persa que contienen los fundamentos para guiar el espíritu. Prohibida por Atatürk, el sama pasó a la clandestinidad durante tres décadas, pero en los años cincuenta el gobierno se dio cuenta que la danza derviche era un buen reclamo turístico y permitió a la cofradia realizar públicamente su ceremonia. Actualmente el semâ es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.



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(clicar encima de las imágenes para verlas más grandes)


La ceremonia de danza-meditación empieza con un canto solemne al profeta, acompañado de una flauta. Cuando acaba, los derviches entran y dan tres vueltas a la sala, que simbolizan las tres maneras de acercarse a Dios: la contemplación, la verdad y la unión. Es entonces cuando empiezan a girar con la mano derecha apuntando al cielo (para recibir la gracia divina) y la izquierda en la tierra. Giran sobre sí mismos, los más habilidosos arquean su cuerpo, gravitando hacia el centro de la sala y así consiguen la ascendencia espiritual para acercarse a Dios. ¡Aquí va una muestra de las vueltas y vueltas que llegan a dar!





Tenemos que decir que inicialmente teníamos dudas sobre la autenticidad de la ceremonia. Los precios elevados (50 liras o 22€) y que el lugar estuviera lleno de turistas hacía que fuésemos escépticos a pesar de que fuimos al que era, en teoría, el lugar más auténtico: el Monasterio Mevlevi (actualmente museo). Aunque, una vez iniciada la ceremonia y después de estar durante aproximadamente una hora viendo como los derviches bailan girando sin cesar, entras en un tipo de relajación donde la mente se te queda en blanco, no sabemos si quizás también fruto de escuchar una música que tiene un ritmo compasado todo el rato. Nos quedaremos con la duda, pero la verdad es que nos ha sorprendido gratamente ver en directo la ceremonia, nos ha parecido única y digna de ver, no se asemeja a ninguna otra danza que conozcamos. ¡Una experiencia muy recomendable!




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