domingo, 30 de noviembre de 2014

De los templos de Hampi a las playas de Goa


Este artículo es de Anna,
nuestra autora invidada del mes de noviembre


Jueves, 12 de noviembre de 2009

Hoy a las cinco y media de la mañana ya me estaba llamando el taxista. Hemos bajado a las 6.00 a.m. hacia Hampi. El taxista se llama “Majadero”, o mejor dicho, es el nombre spanglishindi con que lo hemos bautizado. El nombre real debía de ser Mahare o por el estilo. Francis se mete con todo el mundo, ¡es la leche! Cuando todavía no llevábamos ni dos horas, ha estallado la rueda. Hemos tenido que ir al taller a reparar. Al cabo de dos horas más ha estallado otra y lo ha tenido que volver a cambiar... Esto nos ha llevado a un total de doce horas de coche, por un camino de mierda, nada interesante, por otra parte. Horroroso, ciudades industriales inundadas por las lluvias. ¡Fatal!




Hemos llegado a Hampi a las 6:00 P.M y no habíamos salido del coche que ya estábamos rodeadas de gente intentando vendernos algo. Doce horas de coche + cansancio + gente agoviante para sacarte dinero = ¡mala leche asegurada! Este pueblo es una mafia. No encontramos una habitación en condiciones en ninguna parte. Francis y yo ya nos quedamos con las mochilas y Nuri y Yoli van mirando guesthouses, sin éxito. Al final nos hemos quedado una por 600 Rp, que estaba bien, y tampoco teníamos muchas alternativas. Todo el pueblo se ha puesto de acuerdo para que acabáramos durmiendo donde ellos han querido.


Viernes, 13 de noviembre de 2009

Hoy el día lo dedicamos a conocer Hampi y todas las ruinas que hay. Francis y Yolanda ya están peleados, para variar, y Nuri y yo decidimos ir a nuestra bola. El pueblo es muy pequeño, así que pronto lo hemos vsito. Hemos contratado un taxi para salir mañana la mañana hacia Goa. Nos dicen que el tren nos dicen que está lleno y nos insisten en que cojamos un bus, pero no queremos hacer un trayecto de 12 horas. Total, que contratamos un taxi, para salir por la mañana a las 6.00 A.M. y por la tarde nos encontramos con Yoli y Francis, que ya se han reconciliado, para arrasar en una tienda de ropa y cenar algo occidental. Nos hacemos preparar una pechuga enlucida con patatas para el día siguiente, porque en el último trayecto tuvimos problemas para encontrar donde comer.




Nuestra sorpresa viene cuando llegamos a la guesthouse a las 11.00 de la noche y el conductor del taxi me dice que lo siente mucho pero que el taxi está estropeado y que me devuelve el dinero pero que no hay coche. ¡¡¡Una mafia, lo que estaba diciendo!!! ¡Increíble! ¡Aún tendremos que estar un día más en este pueblo!. De repente empieza a salir gente de bajo las piedras ofreciéndonos taxis por el doble de lo que habíemos pactado y ofreciéndonos buses que no nos interesan. Y nosotrosnos lo acabamos tomando con humor porque no hay más remedio, nos ponemos a fumar un cigarro en la calle y con nuestro tono de voz, nos ponemos a reír y gritar montando una escandalera para que nadie duerma. Decidimos hacer caso a nuestro instinto y no dejarnos vencer por la mafia. Así que sin decir nada a nadie, a las 5.00 de la mañana, nos levantamos, a hurtadillas, y cogemos un tuc-tuc para que nos lleve a la estación a ver si podemos coger el tren.

A la estación nos venden un billete por los vagones “generales” por 90 Rp (1,5 €), y nosotros nos acojonamos cuando vemos llegar el tren, con la gente sacando la cabeza por las rejas para poder respirar. ¡¡¡Sólo serán 10 horas de trayecto!!! Yo no lo veo nada claro. Nos encontramos el dependiente de la tienda de ayer, y nos dice que vayamos directos al vagón de “sleeper class” que es donde hay literas, y que cuando pase el revisor le pagamos la diferencia y ya nos dejarán quedarnos. Y así lo hacemos, nos vamos al vagón de primera clase, y allá donde vemos asientos libre nos apoltronamos. Eso lo podemos hacer porque somos occidentales y te permiten hacer este tipo de cosas porque te consideran “superior” por el hecho de ser turista, porque eso lo hace un de allí y lo hacen bajar en la parada siguiente.




La verdad es que el tren va bastante lleno y tenemos problemas para colocar las maletas. En unas tres horitas pasa el revisor y nos dice que no tenemos sitio, pero hacemos la táctica turista, le pagamos lo que vale el billete de primera clase, más algo más caro y nos dice los lugares que están vacíos, de gente que ya ha bajado. Con lo cual, al cabo de un rato ya vamos todos en el mismo vagón. Nos comemos el pollo empanado que nos hicimos preparar, más varias cosas que nos pasan a vender, y que Francis y yo -que no dormimos- nos atrevemos a probar. Mucha fritura, un bocadillo de tortilla, coliflor frita, samosas... está todo bueno. Será que estoy positiva.

Compartimos vagón con un par de chicos indios, los cuales sienten cierta simpatía por nosotros, supongo que por el hecho de ser diferentes, traer ipod’s y buenas cámaras... y nos dan para compartir la comida que llevan, nos hacen sentar a su asiento... y a pesar de que no nos entendemos ni una palabra entre su idioma y el nuestro, acabamos estableciendo una particular amistad. Yo me emociono cuando encontramos alguien sincero sin ningún interés oculto. Es de agradecer, la verdad, porque acabas cogiendo complejo de que únicamente te quieren para que les sueltes dinero.




La verdad es que el viaje acaba resultando muy gratificante. Comemos bien, dormimos bastante, hacemos amigos...Llegamos a media tarde a Goa y cogemos un taxi de superlujo, con aire acondicionado y asientos de piel par que nos lleve a buscar alojamiento por Anjuna, que es la zona donde hemos decidido establecernos durante los próximos días.

Cuando llegamos a Anjuna ya está cayendo la tarde, y se pone a llover. Para variar. Así que la primera impresión es muy mala. El conductor nos empieza a llevar a ver guesthouse que no nos convencen para nada, particularmente a mí. Quizás porque tenía claro que sería el último lugar donde estaríamos y no me importaba escatimar en confort en Delhi. Pero en la zona de playa, donde quería ir a relajarme los últimos días, tenía que ser como un premio y quería estar en un lugar como dios manda. Problema: que las guesthouses, poco más o menos son iguales en todas partes, y muy caras relación calidad-precio. La otra opción ya pasaba a ser un hotel bueno, por el que nos pedían casi lo mismo que nos tocaría pagar aquí. Con lo cual, nos negamos. Y yo incordiada como una abeja, triste y decepcionada y Francis acojonándome: “Esta catalanaaaa que quiere un hotel de CATRRR STRELL!!!!!!(4 ****) ja ja ja! –para él el catalán es muy fácil, consiste en sacar la última letra de todas las palabras–. Total, que al final me resigno y acabamos en una guesthouse que hemos ido a ver al principio y no nos ha parecido nada del otro mundo, pero tiene piscina y tampoco hay muchas alternativas teniendo en cuenta la hora que es.



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Anna descubrió el gusanillo de viajar cuando hizo su primer viaje a la India. La experiencia de viajar por libre fue tan enriquecedora, que después no ha podido parar. Camboya, Tailandia, China, Turquía, Tanzania, Kenia o Myanmar son otros de sus grandes viajes. Años más tarde de su primera estancia en la India quiso volver; nos lo explica en este relato fresco y espontáneo. Es nuestra autora invitada y temporalmente le hemos cedido el blog para que nos explique su viaje. -- Enric y Celia


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