miércoles, 22 de abril de 2015

El cráter de Ngorongoro, la gran jaula natural de fauna en Tanzania


Ngogongoro, otro de estos lugares míticos de los que has escuchado hablar mil y una veces. Un gran volcán extinguido de 2000 metros de altura con un cráter de 21 km de diámetro y 800 m de profundidad, una rareza de la naturaleza con un microclima que ha favorecido una gran concentración de animales en su interior. La mayoría de ellos nacen, crecen, se reproducen y mueren allá, sin salir en toda su vida del cráter. Especies que habitualmente emigran (como ñus y cebras) se pueden encontrar aquí todo el año. No tienen necesidad de marchar, aquí encuentran agua –y consecuentemente, comer suficiente– durante todo el año.



Pero el área de Conservación Nacional de Ngorongoro no es sólo su famoso cráter, de hecho éste ocupa sólo un 3% de los 8.288 km2 que comprende la zona. A diferencia de los otros parques nacionales que hemos visitado –Tarangire y Serengueti–, aquí viven animales pero también gente. Los massai llegaron desde territorio kenyata ahora hace más de un siglo, aquí viven próximos al Oldo nyo Lengai –volcán en activo donde, según sus creencias, vive su Dios– y el viajero tiene la oportunidad de ver de cerca su día a día. Pero la ocupación humana fecha de mucho antes, a la Olduvai Gorge –dentro de los límites del área de Conservación– se han encontrado restos de homínidos de hace 1,8 millones de años y huellas fosilizadas de hace 3,7 millones de años, conservadas gracias a la ceniza escupida por el Ngorongoro en sus sucesivas erupciones. Esta misma ceniza es la que se llegó y se depositó a las planícies del Parque Nacional del Serengueti.




Las vistas desde lo alto del cráter te dejan sin respiración, son de aquellas que se te quedan grabadas en la retina y ya no olvidas nunca más. Sólo desde aquí eres consciente que estás a punto de entrar dentro de una gran caldera, la vista apenas te llega para ver sus límites más lejanos del horizonte. Bajo nuestros pies, centenares de metros más abajo, una gran “jaula” natural de fauna salvaje ocupada por más de 25.000 mamíferos que desde aquí arriba tan sólo son pequeños puntos oscuros que se mueven únicamente con unos buenos binóculos se puede llegar a distinguir de qué animales se trata. Las paredes del cráter son cubiertas por un enorme bosque de montaña que, de buena mañana se cubre de una neblina que todavía hacen de este escenario un lugar más atractivo. Montaña abajo van bajando pequeños corrientes de agua dulce que forman el lago Magadi en el interior del cráter, un inmenso paraíso para los flamencos.




Si desde arriba las vistas ya son fabulosas, la magia se hace realidad al bajar y recorrer las pistas que atraviesan por todos y cada uno de los rincones de la caldera. Aquí se concentra la mayor densidad de leones y depredadores de toda África. Leones, ñus, cebras, hipopótamos, elefantes solitarios, cerdos jabalíes, zorros, avestruces, antílopes, búfalos, hienas... animales que ya habíamos visto en los otros parques pero que no nos cansamos de observar. Pero también algunos nuevos como el lince, el flamenco y... el más esperado de todos: ¡El rinoceronte negro!




En grave peligro de extinción, el rinoceronte negro ni siquiera aquí es fácil de ver. Solo viven unos 30 ejemplares esparcidos por todo el cráter. Pero otra vez tuvimos la fortuna de vivir otro momento inolvidable. Nuestro guía había visto de lejos a una pareja de ejemplares y estaba convencido que tarde o temprano se acercarían hacia el agua atravesando el camino donde estábamos. ¡La acertó de lleno! Ver a este animal grande de cerca ha sido la culminación a este gran viaje. Estos días hemos tenido la gran suerte de poder ver a los “big five” y hemos tenido experiencias que ni en el mejor de los casos pensábamos que llegaríamos a vivir antes de llegar a Tanzania. Ha sido un viaje intenso, pleno de emociones y buenos momentos. Ya por siempre jamás más nos hemos quedado atrapados por África.




Información práctica:

Durante el safari nos hemos alojado en zonas de acampada de los parques, a excepción de Ngorongoro, donde nos permitimos el lujo de dormir en un lodge. Durante el safari contábamos con guía, conductor y cocinero, cosa que se agradece mucho cuando haces una ruta en 4x4.

Un safari siempre es un viaje caro, el elevado precio de las entradas a los parques es el principal culpable. Una forma de ahorrar costes es evitar intermediarios y contactar directamente con una empresa local. Los precios son habitualmente un "todo incluido": coche, gasolina, comida, entradas a los parques, conductor, cocinero y guía. 

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