lunes, 17 de octubre de 2016

Si quieres viajar a Cuba, ¡date prisa!


La misma semana que abandonábamos Cuba, aterrizaba en el país el primer avión regular procedente de Estados Unidos. A bordo iban 150 pasajeros, su equipaje y el peso de la historia: hacía más de cinco décadas que no habían vuelos comerciales directos entre ambos países. Aunque este era solo el primero de muchos más que llegarán: se han acordado hasta 110 vuelos diarios que llevarán hasta la isla 7 millones de turistas yanquis al año, una cifra que asusta sobre todo si tenemos en cuenta que en 2015 el volumen turistas llegados de todo el mundo fue de 3,5 millones y que la población del país apenas pasa de los 11 millones. Finalmente lo que USA no consiguió con el desembarco en Bahia Cochinos (enlace) ni con 55 años de embargo, lo conseguirá ahora de forma indirecta y sutil.

Ya hace tiempo que escuchamos decir que hay que ir en Cuba antes de que el país no cambie. Esto es lo que nos decían hace 10 años cuando lo visitamos por primera vez, pero ahora la advertencia adquiere su máxima expresión.



Cuba ya no es aquel país que conocimos hace 10 años

Con este artículo no queremos dar una visión pesimista del país, ni mucho menos: decimos por adelantado que en este viaje hemos disfrutado mucho más que en el que hicimos el 2006. Por otro lado, "cambio" no tiene porque ser un término negativo y, de hecho, la mayoría de cubanos con los que conversamos opinaban positivamente sobre la transformación que está viviendo el país.

Desde la perspectiva del viajero -que no la de un analista político- la situación del país ha mejorado. Hace diez años era una odisea viajar en transporte público, en cambio hoy ya es posible recorrer cómodamente los principales puntos de interés de la isla en los autobuses de una compañía pensada para el turista, más o menos puntual y fiable. Hace una década las casas que ofrecían habitaciones (de forma legal) se podían contar con los dedos de las manos, hoy en cada esquina hay una y se han ampliado exponencialmente las alternativas económicas en los hoteles estatales. Hace diez años que Plaza Vieja de La Habana era realmente "vieja" y la mitad de sus edificios estaban a punto de caer, hoy ya no es tan "vieja" y se ve completamente restaurada, fruto de una política que tiene claro que turismo y divisas son sinónimos y que es prioritario tener inmaculados aquellos escenarios donde el turista se hará las fotografías de rigor. Dos calles más allá, la cosa continúa igual: edificios que hace décadas que no se rehabilitan y que, si no fuera por la ropa extendida de sus balcons, dirías que están abandonados.



La Cuba de hoy

Hoy los cubanos ya pueden comprar y vender sus casas, existen incluso inmobiliarias. Y cada día más gente deja su trabajo estatal para hacerse "cuentapropista" o sea, para trabajar por cuenta propia. Hechos inimaginables hace diez años: si no fuera por los carteles de propaganda que proclaman lemas de Fiel, Che y compañía, el forastero tendría pocas pistas que está en un país comunista. La generación que hizo la revolución se está extinguiendo y hoy sus efemérides se recuerdan más con un sentimiento de melancolia que no de implicación directa. Forman parte de un pasado que se tiene muy presente, pero todo el mundo tiene claro que hay que evolucionar (gobierno incluido).

Independientemente de la calificación del puesto de trabajo, los salarios que ofrecen los trabajos gubernamentales tienen unos sueldos que no acostumbran a pasar de los 50 CUC mensuales –unos 45 € al cambio-. Con eso y la cartilla de racionamiento a duras penas da para traer un tipo de vida austera y el cubano siempre ha intentado buscarse sus alternativas: con los cambios de los últimos años se ha abierto la veda y el turismo es su gran oportunidad.



Un cubano que quiere alojar extranjeros en su casa paga en el gobierno 40 CUC mensuales por habitación más un 10% de los beneficios que obtiene de alquilarla. Una barbaridad si lo comparamos con los sueldos del país, pero un negocio si consideramos que el arrendatario obtiene entre 15 y 30 CUC por cada noche que tiene la habitación ocupada: con tan solo que tenga tres noches al mes a gente alojada ya tiene los impuestos amortizados, el resto es beneficio. No es difícil entender entonces que en un portal sí, y en el siguiente también, se encuentre el cartel que indica que en aquella casa se alquilan habitaciones. Para las familias es una buena opción para sacar rendimiento de aquella habitación vacía que sólo acumulaba polvo. En cambio los más emprendedores compran casas grandes que rehabilitan y transforman en pequeños hostales con encanto con la ayuda económica de familiares que viven fuera del país.

Los taxistas que trabajan por cuenta propia pagan 100 CUC al mes para disponer de licencia, otra vez un impuesto desproporcionado respecto a los sueldos, pero si luego obtienen 20 CUC por un trayecto desde el aeropuerto al centro de La Habana o 30 CUC por una excursión de medio día, los números empiezan a salir. Necesitan, eso sí, unos buenos ahorros o la ayuda familiar para comprarse el coche, que debido al embargo son mucho más caros que en Europa.

En el alojamiento y el transporte es donde se hace más visible el cambio, pero las personas que trabajan por cuenta propia y que crean su negocio alcanzan otras áreas de actividad, siempre del sector terciario. También las grandes marcas internacionales han empezado a llegar a la isla.


¿Y la Cuba del mañana?

No tenemos ninguna bola de cristal para adivinar el futuro, tampoco es nuestra intención. Pero sí que hemos observado una serie de indicios que nos traen a una reflexión que queremos compartir con vosotros.

Que los cubanos tengan la posibilidad crear su negocio es a priori positivo, pero difícilmente lo podrán tener aquellos más humildes que no dispongan de ayuda externa. A corto plazo para el gobierno es una medida que da aire a su malograda economía: pasa de tener trabajadores a quienes pagaba sueldos de 40 CUC a liberar puestos de trabajo que, no sólo le ahorran nóminas, sino que le reportan unos buenos ingresos. ¿Pero que pasará a medio plazo?

En La Habana conocimos un ingeniero informático que hasta el año pasado trabajaba para una empresa estatal y tenía a su cargo un equipo de ocho personas. A pesar de que era lo que aquí diríamos un “buen trabajo”, no le reportaba un sueldo que estuviera muy por encima de la media. Ahora ha habilitado tres habitaciones de su casa para alojar turistas y obtiene unos ingresos que multiplican por veinte los que tenía hace solo unos meses. En Santiago conversamos con un médico que nos expuso una situación similar. Sólo son dos ejemplos pero: ¿qué pasará si personas cualificadas dejan sus puestos de trabajo del gobierno para dedicarse al turismo?



El alud de norteamericanos que aterrizará en la isla a partir de ahora aportará unas divisas que el gobierno necesita como agua de mayo, sobre todo si consideramos que las ayudas que recibía de su principal aliado a la zona -Venezuela- han menguado. Por otro lado, hará que los precios se incrementen y que los lugares de interés más típicos se llenen todavía más de gente, perdiendo parte de su encanto.

La Cuba de hoy ya no es aquella que conocimos hace diez años y la Cuba de mañana será muy diferente a la que nos hemos encontrado en este viaje. Si estás pensando viajar al país caribeño hazlo pronto, antes de que acabe de perder su esencia.



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