jueves, 29 de agosto de 2013

Los mercados de Guatemala: Chichicastenango y Sololá


El mundo maya continúa vivo más allá de sus piedras. Quizás su época de máximo esplendor sí que se quedó en tiempos pasados reflejados en sus famosos yacimientos arqueológicos, pero la cultura, costumbres y fisonomía de aquel pueblo ha ido evolucionando y sobrevivido hasta nuestros días a través de los indígenas que hoy pueblan Guatemala y el sur de México.

En los pueblos, en el campo y también en las ciudades. Por todas partes se pueden contemplar escenas de la vida cotidiana de los descendentes de los antiguos mayas, pero posiblemente es en los mercados donde estas adquieren más color. Cada población tiene su mercado y el de Chichicastenango tiene la fama de ser el más grande de Centroamérica. Desde Antigua y de camino al lago Atitlán, hemos hecho una parada para ver uno de los atractivos indispensables de Guatemala. Posteriormente y por recomendación otros viajeros también hemos hecho una escapada al mercado de Sololá, muy próximo del lago Atitlán.




Cada jueves y domingo, el pueblo de Chichicastenango se convierte en un gran punto de encuentro. Hasta allí se llega multitud de gente provinente de los pueblos de la zona para vender, para comprar e intercambiar sus productos. Los que vienen de lugares más lejanos ya llegan el día anterior, dejan su carga en la plaza principal, cocinan su comida y, cuando ya es de noche, extienden su manta en el suelo y se ponen a dormir hasta el día siguiente.

El mercado también atrae a multitud de turistas. Un detalle que a priori nos echaba un poco para atrás pero justo es decir que una vez allí, a pesar de que la presencia de extranjeros como nosotros era evidente, esta tampoco era agobiante, dada la inmensidad del mercado. De hecho, podemos hablar de un de doble mercado: uno de encarado al turista que con sus artesanías, mascares y tejidos típicos hacen las delicias del cazador de souvenirs; y otro más auténtico en el que los agricultores venden las legumbres, maíz o verduras que cultivan en sus tierras.







Más pequeño pero también fuera de los circuitos turísticos es el mercado de Sololá. Este último aspecto lo hace realmente interesante: en toda la mañana sólo nos cruzamos con otro extranjero. Una suerte de secreto que Guatemala nos tenía guardado y que nos permitió disfrutar de su autenticidad en su estado más puro.









Aunque no se compre nada, la visita en un mercado guatemalteco vale mucho la pena. Allí todo se tiñe de rojos, morados, bordados y rayas, del mismo modo que van vestidas las mujeres del país. Allí también se puede ver de cerca la forma de vida rural de Guatemala y el día a día de la gente que va a comprar. Si prestamos atención, también se pueden escuchar lenguas desconocidas por nuestro oído, evolución del antiguo lenguaje maya. Una oportunidad para conversar y conocer con gente otros lugares que difícilmente podríamos haber conocido en otro contexto.






Información útil


Cómo llegar: Chichicastenango está muy comunicado sobre todo los días de mercado, desde Antigua (a 2,5 h de viaje) y desde el lago Atitlán (a 1,5 h) las agencias de viajes ofrecen transporte por unos 150 quetzales (ida y vuelta. Sololá está a 9 km de Panajachel (puerta de entrada al lago Atitlán), desde allí salen camionetas que por 3 quetzales te llevan a la plaza principal de Sololá. Una vez allí hay autobuses urbanos (chicken bus) que por 1 quetzal te suben al mercado (también se puede subir andando).


De viajero a viajero: Los precios del mercado de Chichicastenango son más elevados que los que encontraréis en el lago Atitlán; si queréis comprar algún recuerdo, mejor hacerlo en los pueblecitos del lago. En "Chichi" reservád un rato para visitar la iglesia de Santo Tomás, escenario de rituales mayas (más que cristianos). También es interesante el cementerio con sus tumbas de todos colores, a pesar de que éste queda algo más lejos.


En la camioneta con Juanjo, camino al mercado de Sololá

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