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Quaderns de bitàcola
Viviendo en Barcelona nos damos cuenta de la suerte que tenemos de descubrir, día tras día, lugares únicos que muestran la ciudad al mundo de una manera exponencial. Este es el caso del Hospital de Sant Pau que, después de estar cuatro años de obras, ha abierto las puertas al público para enseñar todo lo que antes estaba escondido a la vista de los barceloneses: el conjunto modernista más grande de Europa, por no decir del mundo.
A tan sólo unos centenares de metros de la Sagrada Familia y desde su Puerta del Nacimiento, si seguimos la avenida Gaudí encontramos la fachada del Hospital de Sant Pau, un recinto ideado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner y Patrimonio de la Humanidad desde el 1997. Sorprende pensar que es un recinto por el que pasan de largo muchos de los turistas que llegan a la ciudad, que priorizan las obras gaudinianas por delante de otros artistas, a pesar de su contrastado valor. Visitar Sant Pau es adentrarse en la plenitud del modernismo y en la historia de una de las instituciones hospitalarias más antiguas de Europa.
Investigando sobre su historia, descubrimos que los orígenes de la entidad hospitalaria se remonta al 1401, cuando el Consell de Cent (el antiguo Ayuntamiento) y el Capítulo catedralicio fusionaron seis hospitales de Barcelona y encargaron la construcción del Hospital de la Santa Creu, que hoy en día es la sede de la Biblioteca de Cataluña. La ciudad de Barcelona con el paso del siglos fue creciendo y aquel hospital inicial quedó pequeño y desfasado para atender las necesidades de una población que a finales del siglo XIX ya llegaba a medio millón de habitantes. No fue hasta principios del s.XX que el traslado a su emplazamiento actual fue posible. El proyecto se pudo hacer realidad gracias al banquero Pau Gil, que muy amablemente dio unos tres millones de las antiguas pesetas, todo un dineral por la época.
Las nueve islas del Ensanche de Barcelona (más de 100.000 m2 de superficie) que ocupa el recinto del hospital impresionan, pero más sorprende saber que el proyecto original tenía que ser todavía más grande. De los cuarenta y ocho pabellones que quería construir Domènech y Montaner al final se llevaron a cabo veintisiete; de estos, son doce los que han sido rehabilitados y se pueden visitar hoy en día. El arquitecto construyó el conjunto hospitalario siguiendo una trama urbanística propia, diferente del Ensanche, con una alineación de 45º respecto a la cuadrícula ortogonal del Plan Cerdà. De esta concepción resultó un recinto aislado e independiente dentro de Barcelona, con zonas ajardinadas y con espacios que suponían una ratio de 145 m2 por enfermo, ¡todo un lujo si lo comparamos con los hospitales actuales!. De hecho, fue un proyecto pionero en toda Europa.
Hoy el recinto de Sant Pau ha apostado por ser un lugar de visita abierto al público y ha dejado de tener el uso sanitario que había tenido hasta el momento. Ahora el actual hospital que sí que se utiliza como tal se encuentra ubicado a la parte norte del recinto y una parte de los pabellones se han adecuado para establecer las oficinas o otras entidades públicas, como por ejemplo de la Casa Asia.
Empezamos nuestra visita con el Pabellón de la Administración, el más importante y visitable en todo su interior por el público. Es el primer edificio que se encuentra el visitante al entrar y -como su nombre indica- era destinado a trabajos administrativos y de acogida de los enfermos. Este es el edificio más decorado, cada detalle es una obra de arte. Si vas, no dudes en subir hasta el último piso y colocarte justo debajo de la gran cúpula de vitrales; verás justo la parte interior de la gran aguja del reloj que se ve cuando miras el edificio desde fuera.
Los espacios son tan inmensos que parece que en aquella época no tenían muchos problemas de terreno, más bien parece que se les sobraba por todas partes. La visión general que se tiene del conjunto desde arriba del Pabellón de la Administración es magnífica: los diversos pabellones modernistas del gran patio ajardinado son objeto de admiración tanto por barceloneses como turistas. Todo el mundo se lo mira con calma, vistas como estas hay que disfrutarlas sin prisas. Tanto en el interior como el exterior de los edificios se ha mantenido gran parte de los revestimientos originales, baldosas, mosaicos y vidrios de colores. Después de dar una vuelta por todo el conjunto podemos corroborar que la restauración ha valido mucho la pena.
No es difícil imaginarse como era el hospital antes: las salas de enfermos separadas por sexos están abiertas al público y se pueden ver las antiguas cortinas, las ventanas con formas caprichosas y ondulantes, los motivos florales tan típicos del modernismo... y un montón de cosas más en las cuales vale la pena fijarse para poder apreciarlas.
Viendo todo lo que todavía queda por rehabilitar dentro del recinto te das cuenta que hay una gran joya en bruto por descubrir. Quedan quince pabellones que no ha visto el público y que, poco a poco, se irán restaurando para hacerlos visitables. ¡Ya tenemos ganas!
Información práctica
Cómo llegar:
Metro: L5 Sant Pau / Dos de Maig
Bus: H8, 19, 20, 45, 47, 92, 122
Desde fuera de Barcelona:
Se puede llegar en tren, en autobús o en avión. ¿Cómo encontrar el transporte idóneo? Últimamente hemos descubierto una web que nos gusta mucho: GoEuro, es un buscador de transporte que te da todas opciones posibles para llegar desde tu ciudad hasta el destino. Para nosotros, lo mejor que tiene es que compara precios y el tiempo de duración entre todos los transportes, con lo cual te ahorras tener buscar toda la información por separado.
Horarios y precios:
Precio de la entrada: 8 € visita por libre, 14 € con visita guiada (consultar descuentos en la web)
Horario de verano (abril-octubre): 10.00–18.30 h de lunes a sábado, 10.00–14.30 h domingos
Horario de invierno (nov.-marzo): 10.00–16.30 h de lunes a sábado, 10.00–14.30 h domingos
Más información:
Tel. 93 268 24 44 / 93 553 721 56
Web: www.santpaubarcelona.org
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