Cuando viajas sola y conoces a alguien del país que te acompaña y te enseña rincones del lugar donde estás, eres una persona privilegiada porque puedes hacer una inmersión en la cultura del país mucho más plena. La familia de Gaby me acogió con los brazos abiertos y me enseñaron un montón de palabras y sabores que desconocía. Parece mentira que aunque todos hablábamos español, muchas veces me costaba seguir el hilo de la conversación si hablaban muy rápido entre ellos.
Visité la ciudad natal de Gaby, Ambato, y su madre nos preparó una súper comida típica de Ecuador: plátano frito (tienen muchos tipos de plátano), cangrejo, "encebollado" (sopa con cebolla y a veces carne que a menudo comen para pasar la resaca), y también unas palomitas que las mojabas en la salsa...
Durante los días que estuvimos en Ambato visitamos la ciudad e hicimos algunas excursiones. Una de las que me gustó más fue la visita a la ciudad turística de Baños, que se encuentra en un valle junto a una cascada y aguas termales y del volcán Tungurahua, todavía ahora activo. Allí probé varias comidas y descubrí la 'melcocha', que es una tira de azúcar de colores.
Alquilamos unas bicicletas e hicimos una ruta por el valle de Baños. El tiempo varía mucho en pocos minutos e hicimos el recorrido entre sol, lluvia y viento. A medida que íbamos avanzando, íbamos encontrando pequeñas atracciones. Desde norias, como las de la feria, a puenting o supertirolinas. Digo supertirolinas, porque lo son y se llaman 'canopys'. No sé si habréis visto la película de "Divergente", cuando la protagonista supera la última prueba para formar por su grupo y se tira por una tirolina totalmente estirada. Pues me refiero a eso. Una tirolina que pasaba por encima de la cascada 'El manto de la Novia' a un par de kilómetros de altura sin una red debajo. Podías hacerlo del tirón o sentada. Si buscáis en youtube encontraréis imágenes de gente que lo ha hecho. Una experiencia brutal. Después vuelves con la 'Tarabita' que es como una especie de "telehuevo" de los de las pistas de esquí, pero a cuerpo descubierto.
Una vez volvimos a Quito, fuimos de excursión a Otavalo, al mercado de mil colores de productos hechos a mano. Es un pueblo que visitan mucho los norteamericanos, los 'gringos' como los denominan en Ecuador y es el espacio perfecto para comprar recuerdos y jugar a buscar el precio más bajo.
Ecuador es un país muy diverso y el tiempo varía mucho según la zona donde te encuentras. Tiene volcanes que todavía se encuentran activos, como el Tungurahua en Baños y muchos otros que se han convertido en actractivo turístico por su belleza. Es el caso del Quilotoa, que se encuentra a 3.814 metros de altitud. No sé si fue debido a la mezcla de comidas o el mal de altura, pero fue el día que me tomé una de las pastillas que me había comprado en la farmacia antes de viajar. El Quilotoa se puede visitar y puedes bajar hasta el cráter que ahora es un lago de 250 metros de profundidad y unos 9 km de diámetro donde la gente hace cayac o se baña. Los minerales que han quedado del volcán, hacen que el agua parezca de color verde cuando le ilumina el sol.
El día que fuimos nosotros hacía mucho sol, pero también viento que levantaba la arena del suelo. Bajamos, yo diría que unos 1.000 metros de desnivel con mucho polvo y pusimos los pies en el lago. Hay gente que acampa o hace alguna ruta por allí. Personas de la comunidad de Quilotoa sacan provecho y conducen los burros previo pago de 15 dólares. Están todos fuertísimos, pequeños y grandes, hombres y mujeres, van arriba y abajo subiendo a gente, todo el camino andando. Lo hacen unas 8 veces al día, según nos dijo un señor que tenía un burro. Nosotros decidimos subir a pie. Tardamos una hora y media, y llegamos bien empolvadas arriba, de la arena que levantaban los burros cuando pasaban. Íbamos con las sobrinas de Gaby, de 8 y 9 años cada una y al principio se estuvieron quejando mucho que por favor les pagáramos un burro, pero vieron que no lo haríamos y decidieron callar y seguir subiendo. Llegaron antes de que nosotras dos. Cuando llegamos arriba nos hicimos la foto de la victoria y fuimos a tomar un "canelasso" (una especie de té caliente de canela en el que si quieres te añaden alcohol).
Núria también ha escrito:
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"Viajo desde que era muy pequeña. Es una pasión de mis padres que hemos heredado toda la familia. Viajar me hace sentir libre, me encanta conocer a gente nueva y aprender y sorprenderme de lo que pueda pasar, sobre todo si es con gente autóctona del país o para visitar amistades que viven allí. Planifico el vuelo, el dinero, las fechas y el lugar donde dormir, pero para el resto me dejo llevar, todos los países me atraen y siempre procuro levantarme temprano e ir a dormir bien tarde cuando viajo." Núria es nuestra invitada del mes de marzo y le hemos cedido el blog para explicar su viaje en Ecuador. - Enric y Celia
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