De repente ya estaba. Estaba en un avión, dispuesta a viajar más de 9.300 km y atravesar el océano Atlántico. 14h de vuelo: Barcelona - Bogotá , Bogotá -Quito. No era la primera vez que atravesaba el gran charco, pero sí que era la primera vez que visitaba Sudamérica. Desconocía el tiempo inestable del país, el cambio de temperaturas brusco y surrealista a pocos kilómetros entre ciudad y ciudad, el mal de altura, los colores y los gustos y sabores diferentes que me esperaban y sobre todo la gente y las ganas de recibirme que me dio tanto de amor y que espero volver a ver de aquí a poco.
Creo que debía de ser la milésima vez que me lo dijo y en uno de aquellos prontos de "necesito huir a algún lugar", decidí que me iba a Sudamérica a ver mi amiga Gabriela. Había conocido Gaby en Barcelona, hacía dos años, cursando un posgrado de comunicación. Ella nació en Ambato, pero vive desde hace años en Quito, la capital ecuatoriana.
Antes de marchar, hice caso al consejo del viajero de Cat Salut y me vacuné contra la fiebre amarilla. Más adelante contrastamos que franceses, australianos e ingleses también se habían vacunado. Una curiosidad que dio risa mucho a Gaby, porque se ve que los ecuatorianos no se han vacunado nunca. También me llevé pastillas para el el mareo, para el mal de altura, para el estreñimiento, para las diarreas (a pesar de que ni mi amiga ni su familia me dejaron probar agua del grifo, aunque en algún momento les supliqué de tanta sed que tenía). El único momento que tuve que tomar algo fue por acidez de estómago de tantos sabores diferentes que había probado y después de celebrar - por tercera o cuarta vez - mi 25o aniversario. Fui el mes de agosto del 2016, pero por varias razones personales, las crónicas llegan ahora, con cierta perspectiva y con ganas de resumir lo que he encontrado más interesante de este precioso país - a buen seguro que me dejo muchas más cosas-. No por orden de cómo lo viví, pero por situación y contexto, empezaré la retrospectiva por la capital, con alguna visita a volcanes, excursiones en bicicleta y tirolinas a kilómetros del suelo. Acabaré mis cronicas hablando de los parajes de una pequeña zona de la Selva amazónica.
Quito es una ciudad excitante, en ebullición. Circulan unos 450.000 coches de forma diaria y con el aumento del dólar y la bajada del petróleo, los particulares están sometidos al "pico y placa". Es decir, hay algunos días a la semana que en ciertas horas, según qué número tenga la matrícula, no pueden circular. ¿Solución para los que se lo pueden permitir? Tener dos coches. Además de esto, el Gobierno está desarrollando un sistema de metro para agilizar e incentivar el transporte público. De momento hay varias compañías de autobús organizadas en cooperativas, con el objetivo de cargar el máximo de clientes posible. Por lo tanto, el bus te deja donde tú quieres, pero no esperes que frene, simplemente reducirá la velocidad para que puedas saltar o subir. La puerta siempre estará abierta y el conductor siempre tendrá un ayudante encargado de ayudarte a subir y de asegurarse que pagas el ticket. El Ecovía, el Trolebús y el Metrobús van a estallar. Siempre. Siempre hueles las axilas del vecino y te tienes que empezar a acercar a la puerta de salida dos paradas antes para asegurarte que podrás bajar. Imagínate el metro de Barcelona en un partido del Barça y multiplícalo por dos o tres, sin exagerar. Siempre quedará el taxi o el coche particular. Puedes ir andando, pero tienes que acostumbrarte a atravesar sin miedo y a salto de mata porque los coches te pitaran si interfieres en su trayectoria.
La ciudad de Quito es muy diversa, tiene un barrio parecido al de Gràcia. La moda hipster es internacional. El barrio de la Floresta es un barrio con mucho de estilo, se respira creatividad por todas las calles y todos los comercios son singulares. Hay un rincón con food tracks estáticas y sillas y sofás con material reutilizado. Puedes escoger comida de varios países y a menudo hacen conciertos acústicos de músicos emergentes. Gaby trabaja en el mundo de la comunicación y está instalada en un coworking con otras empresas. La Floresta se convirtió, en una mañana, en un lugar perfecto para acabar el trabajo que tenía pendiente mientras yo disfrutaba del espacio y hacía fotos a los músicos.
El Panecillo, la emblemática estatua icono de la conquista española que se encuentra en 3.000 metros de altura del nivel del mar, la vi de lejos, desde el barrio antiguo de Quito.
Allá fui a encontrar la Congregación de las Misioneras Agustinas Recoletas. Una visita obligatoria que mi abuela me había pedido que hiciera, porque una tía suya con quién había crecido, había viajado de Granada a Quito y era una de las fundadoras de la Congregación. Encontramos, después de visitar 3 lugares, entre iglesias y claustros, una escuela donde ella había trabajado y donde tenían una fotografía suya colgada en la pared. El dicho de "el mundo es un pañuelo". Me recibieron con mucha ilusión, porque se ve que mi tía-abuela, Madre María Ángeles García, había sido una de las personas más buenas que nunca habían conocido. Para los curiosos, escribió un dietario que podéis recuperar por internet.
Hay varios puntos por todo el país que te marcan la mitad del mundo. Cuando más te acercas al ecuador, puedes comprobar como el agua gira en sentido de las agujas del reloj en un lado y en contra de las agujas del reloj en el otro. En Quito, hay un parque que recoge la historia del país denominado "La mitad del mundo", con varias atracciones turísticas que quieren ejemplificar la diversidad del país. Hay un punto donde el huevo se aguanta por efecto de la gravedad y te invitan a probarlo.
Núria también ha escrito:
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"Viajo desde que era muy pequeña. Es una pasión de mis padres que hemos heredado toda la familia. Viajar me hace sentir libre, me encanta conocer a gente nueva y aprender y sorprenderme de lo que pueda pasar, sobre todo si es con gente autóctona del país o para visitar amistades que viven allí. Planifico el vuelo, el dinero, las fechas y el lugar donde dormir, pero para el resto me dejo llevar, todos los países me atraen y siempre procuro levantarme temprano e ir a dormir bien tarde cuando viajo." Núria es nuestra invitada del mes de marzo y le hemos cedido el blog para explicar su viaje en Ecuador. - Enric y Celia
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