Barcelona esconde en pleno barrio Gótico una plaza donde parece que todo se haya parado en el tiempo. Un lugar con encanto donde la tranquilidad impera alejada del ruido del tránsito de los coches y de las hordas de turistas que pasean por la vecina catedral y calle del obispo. Escondida entre los pequeños y laberínticos callejones del gótico es un espacio que pasa desapercibido por muchos de los visitantes de la ciudad y que incluso es todavía desconocido por algunos barceloneses. Sin ningún tipo de duda la plaza de Sant Felip Neri es uno de nuestros rincones preferidos de Barcelona, sobretodo en primavera, cuando sus árboles florecen.
Entrada a la plaza de Sant Felip Neri. |
Romántica y entrañable, la plaza está presidida por una fuente el agua de la cual es la única que en muchos momentos rompe el silencio imperante. La iglesia barroca de Santo Felip Neri domina el espacio y a sus alrededores, los edificios de los antiguos gremios de los zapateros y de los caldereros la complementan para acabar de darle magia al lugar. Las dos casas fueron trasladadas hasta aquí piedra a piedra en los años cincuenta desde sus emplazamientos originales en la calle de la Corribia y en la calle de la Bòria, desaparecidos con motivo de la apertura de la avenida de la Catedral y la Vía Laietana respectivamente. La Casa Gremial de los Maestros Zapateros tiene todavía cierta relación con su uso original y aloja actualmente el Museo del Calzado, la casa de la cofraría de los Calderos, en cambio, acoge una escuela. Destinos desiguales para unos edificios de una Barcelona ya desaparecida que son una buena muestra de la persistencia que hubo en Cataluña de los elementos góticos dentro de las construcciones renacentistas.
Iglesia de Sant Felip Neri. |
La plaza fue construida sobre el antiguo cementerio medieval, quien sabe si este fue premonitorio de lo que allí pasó centenares de años después. Y es que este lugar, hoy oasis de tranquilidad, esconde en sus entrañas una de las historias más crueles de la ciudad. Son muchos los que cuando ven esta plaza por primera vez se maravillan; muchos otros, cuando conocen su historia se estremecen. Las numerosas cicatrices de metralla que la fachada que la iglesia muestra al visitante son el testigo mudo.
Detalle de los agujeros de metralla de la fachada de la iglesia de Sant Felip Neri. |
Hagamos un salto en el tiempo y nos trasladamos al año 1938. Estamos en plena Guerra Civil, Barcelona está en la retaguardia, todavía lejos de la línea del frente. Est ehecho la hace receptora de miles de refugiados republicanos que huyen de zonas que han pasado a control franquista.
Al inicio de la guerra, Sant Felip Neri había sido abandonado por los curas, temerosos de sufrir represalias por parte de los incontrolados. El recinto había quedado desde aquel momento bajo la tutela de la Generalitat. La iglesia se había convertido en un almacén de obras de arte, mientras el convento adyacente pasó a ser habilitado como centro de acogida de niños provenientes de territorios que están a punto de ser ocupados por las tropas nacionales. Cien cuarenta y seis niños de entre cinco y trece años residen, la mayoría procedentes de Alcalà de Henares pero también tienen que Barcelona. Son niños con el padre al frente, la madre sin recursos o con los familiares desaparecidos. Muchos de ellos sufren malnutrición y carencias afectivas, pero en el centro viven ajenos de la barbarie, pasando el tiempo entre juego y juego, acompañados otros compañeros de su edad que han pasado a ser su familia.
Los niños en el comedor del centro de acogida. |
Debajo de la iglesia hay un refugio antiaéreo, uno de los 1400 que llegaron a haber a Barcelona. La Guerra Civil española se había convertido en un banco de pruebas de la futura II Guerra Mundial. La guerra ya no se decidía sólo al frente, sino que se trasladaba también a la retaguardia mediante los bombardeos: se trataba de minar la moral de la población civil, de atemorizarla y hacerle ver que no había ningún lugar seguro por muy lejos de la línea de guerra. En Barcelona los primeros obuses que cayeron fueron disparados por el barco italiano Eugenio di Saboya el 13 de febrero de 1937. A partir de aquel día, los ataques aéreos empezaron a ser habituales: la aviación italiana tenía base en Mallorca y disponía de aviones que podían transportar hasta 1250 kilos de bombas y que en poco más de media hora podían sobrevolar la ciudad. El sonido de las sirenas antiaerías y correr hacia los refugios empezó a ser una dinámica tristemente habitual. Según las crónicas, sólo durante enero de 1938 Barcelona sufrió bombardeos los días 1, 7, 11, 15, 19, 20, 25 y 30, y en total murieron unas seiscientas personas. Uno de los más fuertes fue lo del día 19, en el que murieron cien setenta barceloneses. Pero el del día 30 todavía sería peor...
Fotograma de "Mirando al cielo", película de Jesús Garay, que muestra el ataque aerio a Barcelona durante la Guerra Civil. |
Son las nueve de la mañana del domingo 30 de enero de 1938, seis aviones Saboya Marcheti s79 de la Aviación Legionaria italiana aparecen en el horizonte a 5.300 metros de altitud. En el centro de acogida de Sant Felip Neri la mayoría de los niños están en el comedor, es la hora del almuerzo. De repente suenan las sirenas de alarma y todo el mundo corre hacia el refugio. Todo pasa muy rápido y no a todo el mundo le da tiempo de llegar al sótano de la iglesia. Un avión deja caer una bomba justo en la plaza. Explosión... Destrucción... El polvo lo invade todo...La devastación es total, sólo queda en pie la fachada de la iglesia y parte de su estructura.
El sonido sordo del silencio posterior a la detonación da paso a los gritos de dolor y desesperación. El techo del refugio no ha resistido y se ha hundido. La mayoría de los niños que habían llegado a refugiarse, mueren enterrados bajo el escombro. Lo que son las cosas, justamente los más tardanios, los que por un motivo u otro no habían llegado a lugar seguro, son los que se han salvado en mayor proporción.
Imagen de la Plaza de Sant Felip Neri poco después del bombardeo (orígen desconocido) |
Pero la barbarie no se acaba aquí. La noticia se ha extendido como la pólvora por el barrio y no pasa mucho rato cuando vecinos y equipos de emergencia ya son en el lugar desescombrando piedra a piedra e intentando salvar la vida de los pequeños que todavía respiraban. En estado todavía de choque y centrados en el rescate de las víctimas, nadie se podía imaginar lo que estaba a punto de pasar... El ser humano puede llegar a ser muy cruel.
Son las doce del mediodía y la aviación italiana vuelve a oscurecer el cielo de la ciudad y deja caer más obuses sobre el que queda de los edificios de la plaza. Es la primera vez que se practica esta técnica militar: bombardear sobre terreno ya desolado para hurgar en la herida. Después de una primera ráfaga, se produce una pausa y se vuelve a bombardear. Se consigue así causar más víctimas, las del primer ataque y las de la gente que sale de sus refugios para prestar socorros a los heridos.
A Santo Felip Neri, de las treinta personas que en aquellos momentos estaban realizando las tareas de rescate, murieron veinte. Sumadas a las de los niños, aquella mañana el número de muertos subió hasta los cuarenta y dos. Una placa conmemorativa lo recuerda en una de las paredes de la plaza. Recordar para no olvidar, porque incluso un lugar con encanto como este puede transformarse en un escenario de destrucción por culpa de la barbarie humana.
Placa conmemorativa de los hechos del 30 de enero de 1938. |
Información útil
Como llegar:
Dirección: Plaza Sant Felip Neri
Metro: L3 Liceu / L4 Jaume I
Bus: 14, 59 i 91
A la plaza se puede acceder por las calles Sant Felip Neri y Monjuïc del obispo, es preferible hacerlo por este último para tener una primera visión más impactante. Desde la calle del Obispo (la calle lateral de la Catedral que comunica con la Pl. Sant Jaume) a la altura de la plazoleta de Chaparral y Bach se coge Monjuïc del obispo, un callejón estrecho que desemboca después de un arco a la plaza
Otras curiosidades de la plaza:
La plaça Sant Felip Neri ha sido escenario de películas como "El Perfume" -justamente en la plaça, Greunille asesina a su primera víctima-. También se rodó, por ejemplo, el videoclip de la canción "My Immortal" de Evanescence (verlo).
Antoni Gaudí perdió la vida el 1926 atropellado por un tranvía cuando, como cada tarde, iba a rezar a la iglesia de Sant Felip Neri.