Después de nuestra visita a la tribu hamer, llegamos a Arba Minch. A unos 36 kilómetros de la ciudad se encuentra la montaña Guge, territorio de los dorze, una etnia que vive a 2.900 metros de altitud, cerca de la población de Chencha. Antiguamente eran guerreros, aunque hoy en día son agricultores, ganaderos y artesanos del tejido, gracias a los campos de algodón que ellos mismos cultivan en sus tierras. Se nota que viven cerca de la ciudad y que están acostumbrados a tratar con turistas, a diferencia de las otras tribus que hemos visto hasta ahora, aquí visten de forma totalmente occidental y ya hemos empezado a ver elementos tecnológicos como alguna televisión y teléfono móvil.
Tan sólo llegar nos dan la bienvenida un par de chicos que nos harán de guías y que nos van mostrando su forma de vida en una perfecta representación de las artes y oficios tradicionales. Una visita interesante y divertida pero más propia de un pequeño parque temático, en la que participa y se beneficia todo el poblado.
Los dorze son muy famosos por la manera cómo construyen sus viviendas, ¡con forma de elefante! Son unas viviendas la mar de originales que muchas sobrepasan los 12 metros de altura. El interior es oscuro pero muy espacioso (comparado con las casas que hemos visto otras tribus), dentro convive familia y ganado. Nos invitaron a dormir en una de estas casas, y la verdad es que nos hubiera encantado, pero desgraciadamente ya teníamos la ruta hecha y teníamos que irnos. ¡Hubiera sido como dormir en una casa de cuento!
Pudimos ver como los dorze tejían en un telar una especie de toga llamada shamma, hecha de algodón, una pieza que es muy habitual en el vestuario de los etíopes y que muchas veces elaboran con los colores de la bandera del país: verde, amarillo y rojo sobre el blanco del tejido natural.
También nos enseñaron un plato típico de cocina llamado "falsa banana" que hacen a partir de la pulpa de la palmera o palma: extraen la parte interior de la rama del árbol con un palo, la cortan y hacen trocitos hasta triturar-la, la colocan entre dos hojas muy grandes de palmera y la cocinan al fuego sobre una plancha. Una vez cocida ya se puede comer. La probamos y es verdad que se asemeja a la banana, tiene un gusto dulce ¡y tenemos que decir que llena muchísimo!
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Después de enseñarnos sus costumbres, nos invitan a ver un baile que protagoniza todo el poblado con tambores incluídos. La gran mayoría son niños muy graciosos que haciendo una redonda cantan a coro. ¡Incluso hay unos gemelos que no paran de besuquearse! También nos dan a probar un licor que se llama arake. ¡Debe tener como mínimo 40º porque era fuertísimo!
Posteriormente nos damos cuenta que todo era una estrategia para vendernos las famosas shamma, aquellos pañuelos que antes hemos visto como hacían con el telar. Finalmente caemos y acabamos comprando alguno...
No sabemos si por la música, la gracia del niño o por los efectos del tej, pero allí todo el mundo acaba bailando. No hace falta decir que nos lo pasamos muy bien, ¡estos etíopes se saben divertir! ;-)
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