lunes, 17 de junio de 2013

Ballenas y tortugas en la costa de Brasil


Quien conozca un poco a Enric, sabrá de su pasión por los animales: bicho que se mueve, hacia allá que va. Si puede juega, si se deja lo toca y, si no, lo observa. Una afición que nos ha llevado en nuestros viajes a jugar con tigres en Tailandia, ir a buscar anacondas a la amazonia boliviana o a nadar entre atunes en las costas de Tarragona.

Esta afición fue justamente uno de los motivos que nos hizo decidir por las playas de Praia do Forte y no otras y es que, justamente, el litoral del estado de Bahía es uno de los mejores lugares del continente americano para ver ballenas y tortugas marinas.



Cada año, durante los meses de septiembre y octubre, centenares de tortugas marinas eligen la arena de las playas de Praia do Forte para poner sus huevos. Ejemplares de hasta cuatro especies de las ocho existentes en el mundo se llegan hasta las costas brasileñas para reproducirse; algunas de ellas pueden llegar a superar los dos metros de longitud (en el caso de las tortugas laud). Posteriormente, durante los primeros meses del año siguiente, las playas de son literalmente invadidas por las pequeñas crías que al salir del huevo instintivamente se dirigen hacia el mar para iniciar un nuevo ciclo. Momentos que acontecen unas espectáculos de la naturaleza inoblidables para todo aquel que puede vivirlos en directo. No fue nuestro caso, que no coincidimos en la época y nos tuvimos que conformar con la visita al centro de visitantes del Projeto Tamar.




Si vas a Praia do Forte no puedes dejar de visitar la sede nacional del Projeto Tamar, el ambicioso proyecto de protección de tortugas marinas de Brasil y aprender algo más sobre la vida de este animal y el importante papel que desarrolla la entidad en su preservación. Se calcula que cada temporada el proyecto protege unos 14.000 nidos y unas 650.000 tortuguites, pero más allá de estos números creemos que el éxito de Tamar radica en la concienciación y relación que establece con las comunidades locales, incentivando que la cultura de la protección sustituya la de la depredación. Los mismos pescadores que hace una años mataban las tortugas, a día de hoy trabajan por el proyecto. La colaboración mediante importantes subvenciones por parte de grandes empresas como Petrobras, así como el reclamo turístico que supone el proyecto para la zona completan el éxito de la díficil formula que combina protección del medio ambiente y desarrollo económico de la zona.
En el centro de visitantes se pueden ver tortugas de varias especies y tamaños, además de ejemplares de otros animales marinos como estrellas de mar, cangrejos y algún tiburón. Si no ha cambiado la cosa, cada tarde a las 17 h, entre finales de diciembre y mediados de febrero se efectúa también la liberación de crías en la playa de justo delante del centro.


 


La otra gran experiencia que podéis vivir en las costas próximas de Praia do Forte es el avistamento de ballenas, una actividad exitante pero sólo apta para aquellos que no se mareen en alta mar ;-)

Las costas del Brasil son zona de migración entre los meses de julio y septiembre, donde llegan desde el sur del Atlántico para reproducirse. La reina de la zona es la ballena jorobada o iubarta, un señor bicho que puede llegar a medir 15 metros y pesar 50 toneladas. Con estas referencias ya os podéis imaginar la experiencia que supone ver de cerca alguno de sus ejemplares.

La oferta de opciones para ir a verlas a alta mar es variada pero para nosotros la mejor es hacerlo a través del Instituto Baleia Jubarte. Nosotros así lo hicimos. Con ellos la experiencia va más allá del simple avistamiento, es una forma de colaborar con esta ONG y, un detalle importante... la salida tiene "garantía": si durante la salida tienes la mala suerte de no ver ninguna ballena, te dan la opción de repetir al día siguiente de forma gratuita.




Previo a subir al catamarán te dan una buena explicación sobre la vida de estos cetáceos, las especies de la zona, su ciclo migratorio y su delicada situación. Ya a bordo, la navegación en alta mar también es más que una simple atracción turística. En realidad lo que haces es acompañar un grupo de biólogos y voluntarios del Instituto en su trabajo diario de recuento de ejemplares (que por cierto se distinguen por las marcas y colores de su cola, un tipo de huellas dactilares que hacen a cada ejemplar único).

Por cierto, tenemos que remarcar la experiencia no es tan idílica como pueda parecer si te toca mar movido, como fue nuestro caso... Los botes que daba la embarcación sobre las olas y que en un principio eran divertidos, al cabo de un rato ya no hacían mucha gracia. Al cabo de media hora de salir y siguiendo los consejos de la tripulación, todo el mundo estaba callado y mirando al horizonte para intentar evitar al máximo los efectos del arriba y abajo de las olas. Incluso una de las biólogas acabó vomitando; no daremos más detalles...




Un buen rato después y ya con la esperanza perdida de ver ballenas (o quizás es que con el mareo se nos hizo el tiempo muy largo) aparece una ballena unas decenas de metros más allá. Un par de tripulantes llaman: ¡una ballena! ¿Dónde, dónde? Todo el mundo se olvida de golpe del mareo y corre a mirar hacia donde señalan.

La visión es increíble, ¡nunca habíamos estado tan cerca de un animal tan grande! La sensación es que tarda mucho al salir al exterior, pero cuando sale despliega sus aletas y echa un chorro muy grande de agua hacia arriba. Hace un sonido difícil de definir, un tipo de pitido muy agudo con el que se comunica con otros ejemplares. ¡Qué espectáculo, estamos meravillados!

Lo que se nos hace más difícil es hacer una foto en vez de estar mirando la ballena (las imágenes que os mostramos, no hacen justicia). Después tuvimos la suerte de ver dos más, y una de ellas con su cría. Simplemente, emocionante. A poco que podáis vivíd esta experiencia, ¡sea en Praia do Forte o a en cualquier otro lugar del mundo!





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