martes, 25 de febrero de 2014

Teherán: revolución e historia reciente de Irán


Nuestro viaje a la antigua Persia empieza por Teherán, la capital de la República islámica de Irán y puerta de entrada de la mayoría de viajeros que visitan el país. Ya desde hace tiempo teníamos una atracción muy fuerte por este destino y por fin nos hemos decidido a visitarlo por primera vez (y esperamos que no sea la última). Para llegar hasta aquí antes hemos tenido que pasar por la pesada burocracia que implica hacer el visado -cuatro semanas- y que se traduce en una visita a la comisaría para hacer un nuevo pasaporte y diversas a una agencia especializada para tramitarlo (pasos que ya explicaremos más concretamente en otro post). Pero ha valido la pena, el país bien se merece estos pequeños inconvenientes.

Después de hacer escala en Estambul llegamos a Irán, y ya en el avión constatamos que vamos a un lugar donde las normas de vestir son muy importantes. Las mujeres llevan hijab -pañuelo en la cabeza- o bien directamente chador -tela negra que las cubre de arriba abajo, sólo mostrando los pies-. En todo caso, su ropa tiene que ser ancha para no marcar su figura. Los hombres, por su parte, visten bastante normales, siempre con pantalones largos (tanto en invierno como el verano) y muchos lucen un bigote o barba que les da un aire…como diríamos…¡muy persa! Son las normas que el estado ha impuesto por ley en un país de religión musulmana de mayoría chiita y no seremos nosotros quienes nos las saltemos.


Mujer iraní con el típico chador que cubre todo el cuerpo.


La primera impresión de Teherán es, en general, de una ciudad caótica. Lo pudimos comprobar cuando intentábamos cruzar las calles sin semáforos -prácticamente no hay- y los coches y motos pasaban por nuestro lado a toda velocidad y sin tener muchos miramientos. Tenemos que decir que es una ciudad de más de 8 millones de habitantes y que éstos se tienen que mover cada día; mucha gente arriba y abajo y una gran cantidad de contaminación que se respira en el ambiente.


Tráfico en Teherán


El primer día lo dedicamos a visitar los principales atractivos turísticos de la ciudad. Empezamos por el Gran Bazar, una microciudad dentro de la propia ciudad, donde se encuentra un gran movimiento de gente comprando y vendiendo. Es un lugar que te invita a perderte por sus calles llenas de vida, donde se capta la esencia iraní. Muy cerca de allí se encuentra la Mezquita del Imam Jomeini y el Palacio de Golestan, este último fue el palacio de los shas de la dinastía Qajar y hoy en día es Patrimonio de la Humanidad. Después de haber visitado otras ciudades tenemos que decir que la mayoría de los edificios de Teherán no son comparables con los de Isfahán o Shiraz que, según nuestra opinión, son mucho más atractivos.


Palacio de Golestán


Posiblemente la única escepción a esta afirmación es la Torre Azadi que, con una estructura de pirámide truncada sobre cuatro patas nos dejó con la boca abierta al verla. Es el emblema de la modernización del país y la hizo construir el Sha Mohammad Reza Pahlavi en el 1971 para conmemorar el 2.500 aniversario del Imperio Persa. Justamente este es el escenario de las mayores concentraciones populares de la Revolución islámica contra el mencionado Sha.

De puertas afuera Mohammad Reza apostó por un país laico y occidentalizado, cosa que le aportó los favores de Occidente durante todo su reinado -a cambio de unos cuantos litros de petróleo, está claro-. Pero de las intenciones a los hechos hay un buen trecho, y acabó por convertirse en un dictador de vida suntuosa, mientras el pueblo no tenía qué comer. En el 1979 estalló la revolución y de la noche a la mañana se instauró el islamismo radical del régimen de los ayatolás. A día de hoy, la realidad no es tan severa, pero lo cierto es que el poder religioso tiene mucho peso en el gobierno del país.


Torre Azadi


El segundo día en la capital lo dedicamos justamente a visitar algunos de los escenarios más representativos de la historia reciente del país. Unas visitas quizás no tan atractivas pero con una fuerte carga simbólica y que ayudan al viajero a entender algo más lo que ha pasado en el país en los últimos 35 años. Empezamos por la antigua sede de la embajada de los EEUU, escenario de la famosa crisis de los rehenes que hizo tambalear los servicios de la CIA y tuvo en suspenso durante más de un año al mundo entero.

En el marco de la Revolución, el 4 de noviembre de 1979 una multitud de estudiantes leales al ayatolá Jomeini se manifestó ante la embajada, en protesta por la negativa del gobierno norteamericano de entregar a Irán al depuesto Sha para juzgarlo. La concentración degeneró en el asalto al edificio y 56 de las personas que se encontraban en aquel momento trabajando fueron secuestradas durante 444 días. Hubo seis trabajadores que pudieron escapar y se refugiaron en la casa del embajador canadiense. La rocambolesca historia de su liberación se puede ver en la película Argo, donde Ben Affleck, agente de la CIA, se hará pasar por el mánager de un grupo de actores que interpretan una película de ciencia ficción en Irán; los trabajadores se salvan y escapan del país porque harán de actores improvisados, ¡todo uno culebrón "made in EEUU"!


Fachada de la antigua sede de la embajada de EEUU en Teherán.


Todavía a día de hoy los muros de la antigua embajada son testigo silencioso de lo que allí pasó a través de sus grafitis. Se puede ver, por ejemplo, la estatua de la libertad con una cara de calavera o frases anti-americanas. También es curioso comprobar cómo, a pesar de que actualmente ya no es la sede de los EEUU, hay soldados que controlan el recinto y todo lo que lo rodea. No ha sido fácil sacar las fotos que os mostramos aquí, pero gracias al zoom de la cámara hemos podido captar este trozo de historia de Irán.


Frases anti-americanas en los muros de la antigua embajada de EEUU.

Estatua de la libertad con cara de calavera, simbolizando la muerte.


Ya en las afueras de la ciudad, otro de los lugares simbólicos de la historia reciente del país es el Cementerio Behesht-e Zahra, el cementerio de guerra más grande del país donde descansan las víctimas de la guerra de Irán-Irak. Una conflicto que entre 1980 y el 1988 comportó más de un millón de muertos, de los que unos 200.000 descansan aquí. Es sobrecogedor ver las hileras inacabables de tumbas de víctimas de una guerra que no sirvió de nada. Pasear por aquí es un ejercicio de reflexión de hasta donde pueden llegar los extremismos y la barbarie humana. Las urnas de vidrio con las pertenencias personales de los que allí descansan son testigos de vidas truncadas sin sentido. No es difícil encontrar hermanos o padres e hijos enterrados unos junto a otros...


Tumbas de las víctimas de la guerra de Irán-Irak.

Tumba de un joven en el cementerio Behesht-e Zahra.


Delante del cementerio, a unos centenares de metros, descansa también el líder que los llevó al campo de batalla: el Imán Jomeini. Todavía hoy se recuerda que aquí se llegaron a reunir aquí hasta 10 millones de personas en el que se considera el funeral más multitudinario de la historia. El Mausoleo de Jomeini todavía continúa en construcción quince años después de su muerte. Una obra faraónica retrato de una época que gran parte de la población del país empieza a dejar atrás para mirar hacia un futuro mejor.


Mausoleo del Imán Jomeini


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