Dejamos por unos días Guatemala y nos adentramos al sur de México, concretamente en el estado de Chiapas. teníamos ganas y es que a pesar de que desde un comienzo teníamos claro que Guatemala era el país central nuestro viaje, de reojo no podíamos evitar mirar al vecino norteño por, si se daban las circunstancias, incluirlo en la ruta.
Sólo atravesar la frontera ya notamos los cambios respecto a Guatemala: diferente acento, nueva moneda, mejores carreteras y transportes más cómodos. A pesar de que en estos momentos Chiapas no es una zona conflictiva, en el ambiente se respira cierta tensión contenida: hasta cuatro controles militares pasamos antes de llegar a San Cristóbal.
Una vez llegados, las primeras sensaciones son contradictorias. San Cristóbal tiene su encanto, y de hecho es una de las ciudades coloniales mejor conservadas de México, pero es tremendamente turística. Con los pros y contras que esto supone. Por un lado es una ciudad irresistiblemente cómoda para el viajero con todo tipo de facilidades a nivel de alojamiento, agencias de viajes, variedad de restaurantes de comida internacional y locales donde escuchar música. Pero por otro lado, este no era exáctamente el ambiente que esperábamos de un lugar que quizás teníamos idealizado antes de llegar.
Similar a Antigua, las casas bajas pintadas con gran variedad de colores se alienan en las calles adoquinadas. Sólo alguna casa noble de piedra con patio interior y las iglesias interrumpen de vez en cuando la secuencia. De éstas, nos ha gustado especialmente la del antiguo convento de Santo Domingo por su fachada barroca y por el mercado artesanal que tiene en la plaza de enfrente.
En la plaza 31 de Marzo se mezclan extranjeros y locales en torno a un curioso barroco quiosco de música rodeados por elegantes edificios porticados y la catedral. Aquí es desde donde se empezó en San Cristóbal y también donde encontramos la antigua casa de Don Diego de Mazariegos, el conquistador español que conquistó Chiapas y someter a los indígenas. Desde entonces ha llovido mucho y aquella casa se ha transformado en un lujoso hotel y los indígenas ya no están sometidos al conquistador, a pesar de que nos da la impresión que todavía hoy son ciudadanos de segunda clase.
Tzotziles y tzeltales son los grupos indígenas, descendentes de los mayas, que habitan en los pueblos de las mesetas que rodean San Cristóbal. Tienen su propio idioma, siguen sus propias costumbres y se les puede identificar por sus vestidos tradicionales, que varían según el grupo. No es difícil verlos por la ciudad, tanto por las calles siguiendo al turista para vender sus artesanías, como en el mercado municipal donde compran artículos de uso diario para llevarlos a sus pueblecitos.
San Juan Chamula
Relativamente cerca de la ciudad hay tentadores parajes naturales como las Cascadas del Chiflón, las Lagunas Montebello o el Cañón del Sumidero, sólo para denominar algunos. También vestigios arqueológicos como Toniná o Chiltunik. Pero nosotros nos hemos decidido por ir a San Juan Chamula, para visitar su iglesia y poder ver los rituales mitad católicos-mitad maies, que se llevan a cabo en su interior.
El hecho que se pagara entrada para entrar al templo y que una docena de turistas pasearan por sus alrededores, hicieron pensar en un inicio que estábamos ante una atracción turística, más que no del lugar auténtico que describía nuestra guía de viajes. Por suerte, esta sensación fue únicamente inicial, sólo traspasar la puerta vimos que aquello iba realmente de verdad.
El ambiente dentro de este templo religioso es difícil de describir. Los laterales del interior están decorados con múltiples figuras de santos y todo el pavimento está pleno de hojas de pino que los devotos van apartando para hacerse un pequeño altar, clavando decenas de velas a tierra. El humo y el olor de incienso lo invade todo y el oído no puede dejar de prestar atención a los cánticos de unos rezos hechos en un idioma completamente nuevo para nosotros. Pero si hay una escena que nos llama todavía más la atención son las ofrendas que, en forma de Coca Cola o de sacrificio de gallinas hacen algunos de los presentes. Sensación extraña la de presenciar un ritos ancestrales, hoy sincretismo entre lo religioso y lo profano.
Lástima que esté prohibido hacer fotos en el interior de la iglesia y que no te podamos mostrar mediante imágenes todo el que se vive allá dentro. Así que, si te pica la curiosidad y quieres hacerte una idea más aproximada de lo que os estamos explicando, no te queda otra opción que venir y vivirlo en directo. ¿Te atreves? ;-)
Información útil
Cómo llegar: Nosotros hemos llegado a San Cristóbal desde Panajachel (Guatemala), en una minivan. Sale todos los días de la semana a las 6:30 h (da tiempo de llegar a "Pana" desde los pueblecitos del lago Atitlán si se coge el primer barco del día). El trayecto tiene una duración de 9 h y el precio es de 140 quetzales. San Cristóbal está comunicado por transporte público con Palenque, la península del Yucatán y México DF. Hay aeropuerto a Tuxla Gutierrez.
De San Cristóbal en San Juan Chamula se puede ir en colectivo. La furgoneta sale desde una de las calles adyacentes al mercado. El trayecto dura 45 min. y tiene un precio de 12 pesos por trayecto.
Alojamiento: Posada Yaxchilan. Muy céntrica, en la Avenida Guadalupe Victoria, 16, a menos de 5 min. andando de Plaza 31 de Marzo. Es una casa de estilo colonial con las habitaciones dan al pequeño patio interior. A pesar de su centralidad es un lugar tranquilo. Dispone de Wi-fi, agua caliente las 24h y TV en las habitaciones. Muy recomendable y buena relación calidad-precio. 200 pesos la habitación doble con baño.
Comida: El lugar donde mejor hemos comido es a La Abuelita (Real de Guadalupe, 75). Ambiente bohemio y acogedor. Terraza con encanto y música en directo. Tapas tradicionales mexicanas. Cenamos los dos por 150 pesos. Por presupuestos más ajustados podéis encontrar menús en otros lugares por 40 pesos por persona.
De viajero a viajero: Sal de las calles más turísticas y déjate perder por callejones de la ciudad, vale realmente la pena. Si quieres conocer el día a día de la gente acércate al mercado y al centro cultural El Carmen, éste último se ubica alrededor de un claustro de un antiguo convento carmelita. La mejor vista de San Cristóbal es desde la iglesia de Cerro de Guadalupe; una buena idea es subir a última hora de la tarde y después de bajada cenar en La Abuelita.
De este viaje (Guatemala, México, Belice y Honduras) también hemos escrito:
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