jueves, 3 de octubre de 2013

Caye Caulker, relax y tiburones en Belice



Cara: continuar haciendo ruta por Guatemala
Cruz: playas de Belice y Honduras 


No nos gusta planificar mucho nuestras rutas, preferimos ir haciendo según el momento y lo que nos apetece. Así llegamos a Chiapas y así hemos acabado en Belice...

Volvíamos de visitar Tikal y no teníamos claro cómo continuar la ruta. De hecho, no sabíamos ni que haríamos al día siguiente. Teníamos claro una cosa: teníamos doce días por delante y teníamos que acabar en San Pedro Sula (Honduras, donde teníamos que coger el vuelo de vuelta a Barcelona. Los caminos más rectos no son siempre los más cortos y básicamente las opciones para cruzar la frontera hondureña que se nos planteaban eran dos: por Copán o bien por mar, directamente desde Belice. Había una tercera opción a través de Puerto Barrios, sobre plano la más corta, pero toda una odisea sobre el terreno que nos desaconsejaron totalmente.

Hacía un par de días que le dábamos vueltas pero no nos acabábamos de decidir... Las dos opciones tenían sus pros y contras. Continuar haciendo ruta por Río Dulce, Livingstone, Semuc Champey y Copán nos permitía conocer algo más de Guatemala, descubrir nuevos lugares y otro de los yacimientos mayas más emblemáticos...pero significaba también muchas horas sentados en buses y quedarnos casi sin playa. Coger un autobús en dirección contraria dirección Belice City significaba cambiar totalmente de registro: cambiábamos todos los lugares que hemos mencionado por las playas y el relax de Caye Caulker y las islas de la Bahía de Honduras, nos ahorrábamos muuuchas horas de transporte y, además, hacíamos un pedacito de un nuevo país.

Difícil decisión...No nos decidimos y finalmente lo dejamos al azar, una moneda dorada de un quetzal lo hará por nosotros. Cara, continuar por Guatemala; cruz, playas de Belice y Honduras. Moneda al aire y...

¡Cruz! ¡Nos vamos a Belice!


No podemos comparar y por lo tanto no podremos saber nunca si esta ha sido la decisión más acertada pero no nos hemos arrepentido . Y tú, viendo imágenes como la de debajo, ¿crees que nos hemos equivocado? ;-)





No pasan ni doce horas desde que hemos echado la moneda al aire que ya estamos dentro del bus que nos tiene que llevar a Belice. Dos horas de trayecto y ya estamos en la frontera. Sólo atravesarla podemos constatar que, en efecto, ya estamos en otro país y que Belice no tiene nada que ver con Guatemala. Pocas veces hemos visto un cambio tan radical en tan poca distancia. De repente todos los carteles son en inglés, la población es mayoritariamente negra y los billetes pasan a tener a la reina de Inglaterra como esfinge inconfundible. También nos sorprende ver durante el trayecto algún chino y dos hombres con indumentaria Amish encima de un carro de caballos... Qué hacen estos aquí?

Todo tiene una explicación. Bien, todo excepto los amish... Belice es un país relativamente joven, que apenas hace treinta años se independizó de Inglaterra. Tierra de piratas en el siglo XVII que acabó convirtiéndose en colonia británica con el consentimiento de los españoles que renunciaron en este territorio a cambio de acabar con los actos de pillaje y piratería que constantemente castigaban a su flota. Posteriormente muchos africanos fueron traídos por los ingleses como esclavos para trabajar en la industria de la madera, muy importante en aquel momento en Europa. Una historia diferente a la de países de su alrededor que le han dado una identidad muy diferente a la de sus vecinos.




Belice City es el final de trayecto de nuestro bus y también la ciudad más importante del país. Desde aquí cogemos el barco a Caye Caulker, pero antes tenemos unas pocas horas que nos sirven para hacer trámites, alguna compra y sacar dinero del cajero. No nos arrepentimos de no haber dedicado más tiempo a Belice City, la verdad es que los grupos de indigentes -la mayoría alcohólicos- que nos hemos encontrado por sus calles no es una imagen mucha atractiva de un país que se nos prometía feliz.




Por suerte el panorama cambia radicalmente tan sólo embarcar. El olor a mar se nota y empezamos a ver las aguas transparentes color esmeralda que caracterizan el paisaje caribeño, salpicadas de vez en cuando de pequeños islotes de manglares. Sólo pisar Caye Caulker una baldosa del suelo nos da la bienvenida con toda una declaración de intenciones: "Go slow", dice. ¡De acuerdo, así lo haremos! Creemos que no tardaremos en acostumbrarnos al ritmo de vida de este pequeño paraíso... Después de quince días de ruta para arriba y abajo, toca descansar. Playa y relax nos esperan en los siguientes días.




En Caye Caulker todo son casitas de madera de colores muy vivos, muchas construidas sobre pivotes -para cuando llueve mucho-, todas preciosas, con hamacas delante, este toque idílico que le da un plus. Sólo tres calles atraviesan la isla, que no hace más de 600 metros en su parte más ancha. No hay asfalto, sólo arena blanca por donde la gente local anda descalza. Y tampoco coches, aquí los únicos vehículos son las bicicletas y los cochecitos de golf. Sí, sí, habéis leído bien, cochecitos de golf que hacen también las funciones de taxi.

El ambiente que se respira aquí es de buen rollo. El perfil del viajero que llega aquí es joven y mochilero y la gente local es en general muy amable. La mayoría vive del turismo, pero parece que disfruten con su trabajo, no mucho estresante -hay que decirlo-. Viven a su ritmo y de hecho la sensación que da es que aquí todo el mundo esté de vacaciones; la importante comunidad rastafari que vive aquí acentúa esa sensación.





Por desgracia toda la arena que encontramos en las calles de la isla, se echa de menos en la playa. De hecho, lo que se dice playa, playa... no hay. Pero algún inconveniente tenía que tener este pequeño paraíso, ¿? Aquí lo que realmente vale la pena es hacer excursiones hacia la barrera de coral y hacer submarinismo o snorkel para ver la fauna marina, que es lo que hicimos. ¡Y vaya si lo hicimos!

Cuando pensamos todavía hoy no nos lo acabamos de creer, pero estos días hemos nadado entre tiburones, mantas y tortugas marinas. Inicialmente nos hacía un poco de respeto pero... ¿quién podía dejar pasar una oportunidad como esta? ¡Evidentemente, nosotros nooo!




Una vez en alta mar ya no hay marcha atrás, vamos un grupo de ocho personas más dos guías especialistas. Tan sólo subir nos explican que van dos por seguridad, por si acaso un tiburón se come a uno. De esta forma siempre quedará alguien que sepa devolvernos a tierra firme con el otro... je,je,je. Una bromita a la que la gente no le ha acabado de ver la gracia... Acto seguido nos explican sobre las características de los escuálidos que podremos ver y es que a pesar de su apariencia feroz y su medida, no son peligrosos. La especie que se puede ver por estas latitudes es la del tiburón gato, que tiene bigotes pero no dientes.

A pesar de todas explicaciones tenemos que aceptar que no las teníamos todas. Llegamos al lugar donde veremos los tiburones. ¡Hay más barcas en la zona y lo primero que vemos es gente gritando! ¿Nos tenemos que echar ya al agua? Bien, después de observar que los que ya están salen enteros, ha llegado nuestra hora. Entramos lentamente y alucinamos, porque tenemos los tiburones casi tocándonos y no nos hacen nada. Eso sí, el corazón nos va a cien, somos noveles en el tema... De repente unas rayas gigantes pasan por encima de ellos para intentar coger un bocado de sardina que les echa nuestro guía. ¡Esto es adrenalina pura!





Hemos pasado todo el día en el mar, con tiempo de hacer tres paradas para zambullirnos con el tubo y las gafas de snorkel. El trayecto se ha hecho corto y divertido, sobre todo gracias a nuestros guías que no han parado de cantar y bailar con música regaee de acompañamiento, todo un espectáculo.

Nadar con los tiburones y las mantas ha sido una experiencia única que nunca olvidaremos... a pesar de que lo que se dice "única", lo que se dice literalmente "única", tampoco podemos decir que lo haya sido... En la próxima entrada entenderéis a qué nos referimos. Y es que en nuestro siguiente destino, Honduras, ¡tendremos una experiencia más aluciante! ¡Pero eso ya será en el próximo capítulo de nuestro viaje!:-)




Información útil

Cómo llegar: A Caye Caulker se llega desde Belice City en un trayecto de 40 minutos (14$ beliceños). Belice City está muy conectada con México y Guatemala por mar y tierra. También con Honduras, a pesar de que hay sólo con un barco semanal. Nosotros hemos llegado desde Flores (Guatemala) en un trayecto directo de cinco horas de autobús parando únicamente en la frontera para hacer los trámites correspondientes (160 quetzales).

Alojamiento: En Caye Caulker en general los alojamientos suelen ser casitas de madera con baño que pueden disponer de alguna mesa y hamaca. Existen presupuestos para todos los bolsillos (aunque este cayo tiene la fama de ser el más económico) y la ubicación tiene mucho que ver: las casetas u hoteles del lado de la playa son bastante más caros que los que se encuentran en alguna calle interior. Nosotros encontramos una a un precio de chollo en Lorraine Guesthouse: habitación con dos camas de matrimonio, wifi, baño, nevera y una terraza con hamaca por sólo 55 dólares beliceños! Estas cabañas están en la calle del medio del cayo, a mano izquierda si váis desde la embarcadero donde os deja el barco de Belice City.


Comida: Caye Caulker es un buen lugar para hartarse de langostas. En ninguna parte la hemos encontrado más baratas. En restaurante "Enjoy", en el paseo que da al mar, el plato de langosta a la brasa con pincho de gambas, arroz, patatas fritas y pan de ajo por 20$ belicenys. Buen ambiente, siempre lleno. No os olvidéis de pedir una Belikin, la cerveza típica del país.




De viajero a viajero: Las excursiones para hacer submarinismo o snorkel son caras en comparación a los precios de la comida o el alojamiento. No os esforcéis en comparar precios, parece que todo el mundo se haya puesto de acuerdo para ofrecer los mismos. La diferencia está en pequeños detalles como el tipo de barco (a vela o a motor) y en si te incluyen comida.

Nosotros optamos por hacer snorkel en una excursión de un día (de 10:00 a 16:30) con la empresa Raggamuffin. La ruta constaba de tres paradas: Coral Reserve, Shark Ray Alley y Hol Chan Park. En cada parada dispones de entre 30 y 45 minutos para nadar; en la primera puedes ver peces de todas medidas y colores, en la segunda los tiburones y las mantas y en la tercera tortugas marinas (en las excursiones de medio día no puedes ver las tortugas). El precio de la excursión es de 130$ beliceños. El barco era un velero y en el precio se incluye la comida y la bebida (coktail local incluido). Totalmente recomendable. Los guías son agradables y profesionales.

1 € = 10 quetzales
1 € = 2,5 $ de Belice



De este viaje (Guatemala, México, Belice y Honduras) también hemos escrito:

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