jueves, 19 de septiembre de 2013

Palenque, la ciudad maya en medio de la selva


Mesoamérica fue sede de una de las culturas más sofisticadas que han pasado por la Humanidad: los mayas. Grandes observadores de los astros y su relación con los ciclos de la tierra, arquitectos detallistas, matemáticos rigurosos, artistas exquisitos... En el pasado, los mayas edificaron elevados templos, las fachadas de las cuales mostraban los rostros de los sus dioses de que se reencarnavan en sus mandatarios. Bajo su tutela se construyeron armoniosas ciudades que contaban con sistemas para conservar el agua de lluvia y evitaban inundaciones. Descifraron los secretos de la agricultura y también de las ciencias exactas. Desarrollaron con gran precisión calendarios para medir su día a día, sus periodos de siembra e incluso sus enfrentamientos bélicos... Cuando Europa vivía uno de los periodos más oscuros de su historia, en América los mayas vivían sus días de gloria.

Después de dos semanas de viaje por tierras mayas ya teníamos ganas de conocer alguno de los restos de su época de máximo esplendor. Por eso visitamos a Palenque, posiblemente junto con Chichén Itzá (México), Tikal (Guatemala), Caracol (Belice) y Copán (Honduras), uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de esta cultura precolombina.




El trayecto de autobús que nos lleva de San Cristóbal de las Casas a Palenque ya parece en si mismo un trayecto en el espacio-tiempo. Paulativamente vamos pasando de las tierras altas y frescas a una zona selvática mucho más húmeda y calurosa en la que los campos cultivados se van transformando en una densa arboleda verde. Curiosamente por los pueblos que vamos pasando, cada vez nos cuesta más ver hombres o mujeres con los vestidos tradicionales de las etnias descendentes mayas. A primera vista parece que los mayas actuales hayan huido de sus orígenes ancestrales.

Llegados a la estación de autobuses, huimos de la ciudad y nos dirigimos directamente a la zona del Panchán. A sólo un par de kilómetros de los restos arqueológicos y en plena selva. Un lugar inmejorable para adentrarnos en la atmósfera de los antiguos mayas. El hecho de dormir aquí nos hace sentir un poco exploradores y el despertar con el jolgorio de los monos aulladores aumenta esta sensación. Su grito atemoriza y la primera vez que los escuchas realmente te pueden llegar a asustar.




Después de toda la noche lloviendo parece que la suerte se nos acompaña: el tiempo mejora y sólo entrar a la zona arqueológica conocemos al Rubisel, un avispado chico de 15 años que hoy nos hará de guía. Él nació en un pueblecito cercano y desde pequeño se ha movido entre los templos de la zona. Se los conoce palmo a palmo y la selva que los rodea es como su segunda casa. Curioso e interesado por sus orígenes empezó a estudiar todo libro sobre arqueología que le caía en sus manos, los primeros regalados por unos turistas. ¡Y vaya si sabe! Hemos hecho un gran fichaje, ¡es muy buen guía!.

El chico empieza explicándonos que Palenque significa “valla de estacas de madera”, en referencia a una fortaleza o un lugar cercado. Nombre que no es el original -el nombre antiguo de la ciudad era Lakam Ha, que significa "Agua Ancha"- pero que le dieron sus antepasados mucho antes que los famosos vestigios arqueológicos fueran "descubiertos" por el fraile Pedro Lorenzo de la Nada al 1567. Esta historia nos recuerda a la del "descubrimiento" del Machu Picchu, de la que hablamos en nuestro viaje a Perú y en la que se hace patente la paradoja que los locales han conocido desde siempre la existencia del lugar, pero en cambio somos los occidentales los que nos llevamos siempre el mérito de "descubridores".

Orgulloso, nos explica también que esta ciudad prehispánica está considerada como uno de los lugares arqueológicos más importantes de Mesoamérica, puesto que los mayas aquí desarrollaron una arquitectura civil y religiosa que posteriormente aplicaron a otros lugares -Chichen Itza es posterior, nos remarca-. Inicialmente nos parece que Rubisel exagera cuando habla de tanta majestuosidad pero sólo llegar a los primeros templos empezamos a entender lo que nos dice... De repente el caminito que vamos siguiendo entre la densa vegetación se abre a una gran explanada. El palacio real, el templo de las inscripciones y el templo de la calavera se levantan ante nosotros. Su visión nos deja literalmente boquiabiertos.







Después de la plaza principal, otros templos van apareciendo a nuestro paso. No son tan espectaculares como los primeros, pero cada uno tiene una historia o un detalle que lo hace interesante y diferente a los anteriores. Trepar escaleras hasta la parte sagrada de la construcción y desde donde se ven las mejores vistas del recinto es lo que más nos gusta. Casi siempre estamos solos, nos sorprende encontrar tan poca gente en un paraje como este.




Palenque fue habitada por primera vez sobre el 100 a.C. y su época de esplendor fue des 630 hasta el 740. Pakal fue el rey más venerado y el responsable de muchas de las construcciones que tenemos delante. Poco a poco empezó a entrar en decadencia y hacia el año 900, sin conocerse muy bien las causas, Palenque fue en gran parte abandonado. El paso del tiempo y la fuerza de la naturaleza hicieron su trabajo y, todo aquello creado por el hombre fue tragado por la selva.

Lo más sorprendente de todo es que a día de hoy sólo vemos una parte muy pequeña de lo que llegó a ser todo aquello: únicamente se han excavado un 2% de las ruinas, que en su globalidad ocupan una extensión de 20 km2. ¡Imaginaos, un 98% de aquella gran ciudad todavía está bajo tierra!




Hacemos una pequeña incursión por la selva con el chico. Imposible hacerla solos. No hay caminos, es muy fácil perderse y aquí hay zonas donde la vegetación casi no deja ver la luz del sol. Aquí cada montículo es un posible templo por descubrir y, de hecho, vemos restos de muros entre la maleza y pequeños trozos de cerámica por el suelo. ¡La sensación que tenemos es la de estar dentro de una película de Indiana Jones!

Acabamos la visita en el museo, donde destacan las réplicas de la máscara mortuoria y del sarcófago repleto de inscripciones del Rey Pakal. Es primera hora de la tarde y empieza a llover otra vez, hemos tenido suerte y el tiempo nos ha respetado. Ha sido un gran día, ya tenemos ganas de llegar a nuestro siguiente destino y continuar descubriendo restos mayas. ¡En la próxima entrada os explicaremos nuestra experiencia en Tikal!





PD. Y para acabar, una curiosidad: ¿Sabes que los templos y palacios de Palenque se contruyeron sin herramientas de metal ni la ayuda de animales de carga? Los mayas no conocían la rueda... ¿¿¿Cómo pudieron hacerlo???



Información útil

Cómo llegar: Desde San Cristóbal de las Casas es un viaje de cinco horas en un cómodo autobús y buena carretera. Diferentes compañías hacen el trayecto, nosotros viajamos con ADO. Hay autobuses frecuentes y el billete vale 96 pesos por persona. Palenque también tiene aeropuerto.

Desde Palenque ciudad al Panchán y en la zona arqueológica pasan furgonetas frecuentes durante todo el día por 20 pesos por persona. Desde El Panchán a los escombros se puede ir andando (40 min aprox.).

Alojamiento: Recomendamos alojarse en la zona del Panchán, en la carretera de Palenque ciudad a Palenque Ruinas. hay varios alojamientos, nosotros optamos por una cabaña con baño en Kin Balam. Pagamos 200 pesos por noche.

Comida: Justo delante de las cabañas Kin Balam hay un restaurante donde va mucha gente de la zona. Se puede encontrar desde comida típica (frijoles, arroz y tortitas) hasta hamburguesas y pizzas por unos 6 € el plato. La verdad es que por allí es casi la única opción que hay.

Dentro de la zona arqueológica no hay restaurantes ni tiendecitas donde comprar comida. En la entrada encontraréis alguna puestecillo donde os ofrecerán comida, básicamente bocadillos.

De viajero a viajero: Las ruinas están señalizadas y disponen de carteles con información sobre las diferentes construcciones. Aún así si queréis conocer algo más sobre la historia y curiosidades del lugar, os recomendamos contratar el servicio de un guía; él también os puede hacer una incursión por la selva de los alrededores de las ruinas para ver algún templo todavía no desenterrado. No hagáis caso de los guías que ofrecen sus servicios a la entrada (todos intenten cobraros más de la cuenta). Podéis negociar precios con otros guías que se ofrecen dentro del recinto. Nosotros pagamos 150 pesos el tour por las ruinas + la incursión a la selva, unas 3 horas y media en total.

La entrada al recinto del parque vale 27 pesos y la entrada a las ruinas 57 pesos. Está incluida la visita en el museo, donde se encuentra la réplica del sarcófago del rey Pakal. Calculád un mínimo de 4 horas para visitar el recinto cómodamente.

1 € = 17 pesos mejicanos


De este viaje (Guatemala, México, Belice y Honduras) también hemos escrito:

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