domingo, 11 de mayo de 2014

Persépolis, un imperio bajo la nieve


Si hay un lugar de Irán que siempre ha estado en nuestro imaginario viajero desde que oímos su nombre por primera vez, este es Persépolis. Muy posiblemente la gente conoce el cómic con el mismo nombre escrito por Marjane Satrapi, una biografía donde la autora explica su vida en Irán y en Europa desde la niñez hasta la edad adulta y que gracias al éxito que logró el libro se ha llevado la historia también a la gran pantalla. Pues bien, además del cómic y la película, que es más actual, a tan sólo 70 km de Shiraz, existe desde hace 2500 años la ciudad que fue el centro del gran imperio persa. Por fin la hemos podido ver con nuestros ojos y, de una forma muy especial: bajo el manto blanco de la nieve. Una rareza que todavía ha hecho más especial nuestra visita.

Después de haber visto en el Museo del Louvre de París la puerta de Dur Sharrukin (del actual Iraq) que tanto nos gustó, ver in situ y cruzar la "Puerta de las Naciones" de Persépolis flanqueada por dos toros con alas gigantes y rostros humanos ha sido el momento en el que nos hemos sentido más inmersos en la antigua historia persa. Una imagen para el recuerdo que nos quedará grabada por siempre jamás.


La puerta principal de Persépolis: Puerta de las Naciones, con los toros alados


Persépolis fue desafortunadamente devastada por el ejército de Alejandro el Grande a su paso por la ciudad al 330 aC, cuando en su campaña de Oriente decidió saquear y quemar la ciudad, cargándose así una parte muy importante de la historia del actual Irán. Hoy en día, aunque gran parte ya no exista, podemos llegar a hacernos una idea de la magnitud que tenía en su época viendo los restos de sus palacios. La mejor perspectiva de la ciudad se puede ver desde arriba de la montaña que hay cerca; sólo hay que hacer una pequeña caminata para apreciar las vistas del conjunto arqueológico más importante del país. Los grandes palacios reales y los diferentes aposentos de lejos tienen mucho más impacto visual y realmente dan la sensación de grandiosidad y poder de aquella época.


Imagen panorámica de Persépolis
La Puerta de las Naciones de fondo

La ciudad de Persépolis fue el centro del imperio persa y donde vivieron tres emperadores: Darío I el Grande, el hijo Jerjes I y más tarde el nieto Atarjerjes I. En aquella época tenía las construcciones más majestuosas y ostentosas que se habían visto nunca en el país: palacios reales con multitud de columnas, escaleras monumentales, bellas esculturas, ostentosas salas de audiencias, tesoros reales y unos grabados hechos con la delicadeza que sólo pueden hacer manos artesanas más sublimes. Un legado que por su importancia histórica y artística se ganó a pulso ser Patrimonio de la Unesco. Paseando por sus calles nos preguntamos cuántas personas fueron necesarias para construir todo este imperio...


Columnas que todavía quedan en pie, que pertenecían al "Palacio de las 100 columnas"


Las piedras descomunales dibujan el perímetro de lo que fueron antiguamente palacios, que se suceden uno tras otro, ahora destruídos. A partir del tamaño de éstas uno se puede imaginar la gran altura que tenían; el Palacio de las 100 columnas es el edificio que mejor ejemplifica la opulencia que tenían las construcciones de Persépolis. Estamos seguros que Alejandro el Grande cuando llegó por estas comarcas se debió quedar muy impresionado, pues los templos griegos de la época eran poca cosa en comparación a los palacios que aquí se encontró.


Palacio de Atajerjes I.
Palacio de las 100 columnas


La zona que más nos impresionó fue la Apadana, donde Darío el Grande hacía sus audiencias. Es una estructura que ocupa 112.000 m2, el techo de la cual era sostenida por setenta y dos columnas de 20 metros de altura -actualmente se pueden ver catorce en pie-. Para llegar a la sala del trono, nobles y emisarios llegados de todas partes tenían que subir por unas escaleras de piedra decorados con relieves con motivos bélicos. Sin duda debía imponer, igual que todavía hoy impresiona a los visitantes que llegan hasta aquí. en la escalera este es donde encontramos el conjunto de relieves más importantes del arte persa: allí podemos ver una hilera de soldados desfilando con cascos y las típicas barbas y lanzas de la época, también algunas escenas de caza. Para los amantes del arte esta obra es uno de los imperdibles en todo viaje a Irán, y de hecho no hay que ser un experto para apreciar su belleza.


Relieves de soldados persas
Relieve de un león atacando a un ciervo


Muchas esculturas mitológicas enormes medio hombre-medio animales, con caras de pájaro o de caballo, decoran de manera majestuosa las calles de Persépolis, como si nunca se hubiera perdido la grandiosidad del Imperio. Sorprende andar algo más allá y encontrarte de frente unas tumbas excavadas a los pies de la montaña. Allí está enterrado Jerjes I, el antiguo emperador, dentro de una gran cavidad y bajo el icono de Zaratustra, imagen omnipresente por todo Irán.


Esculturas que representen animales
Tumba de Artajerjes II excavada en la roca, en Persépolis


Los sueños son para hacerlos realidad y hoy podemos decir que hemos cumplido uno que teníamos desde niños.


Información útil

Cómo llegar:

Persépolis está a 60 km de Shiraz y consideramos que la mejor opción para llegar des de la ciudad es el taxi. Nosotros lo contratamos por 850.000 riales (24 €) incluyendo también la visita a las necrópolis reales Naqsh-e Rustam y Naqsh-e Rajab (a 6 km de Persépolis) y las esperas correspondientes. Otra opción, más cara pero buena si se dispone de poco tiempo para visitar el país, es hacer uno de los trayectos entre Shiraz e Isfahan o Yazd en taxi y aprovechar al máximo la jornada parando en Persépolis y las acrópolis (se podría incluir también en este caso Pasargadae).

Alojamiento:

Nosotros nos alojamos en el Sadra Hotel, muy cerca de Karim Khan-e Zand Boulevard, la zona comercial y céntrica de la ciudad. La habitación triple con baño y desayuno incluído nos costó 700.000 r./noche (wi-fi de pago), es un equivalente a un tres estrellas de aquí. Muy recomendable, sobretodo porque va la gente local. Fue en este mismo hotel donde contratamos el taxi para ir a Persépolis.


De viajero a viajero:

Recomendamos visitar el mismo día que Persépolis Nash-e Rustam y Naqsh-e Rajad, dos acrópolis excavadas en la roca de la montaña con grandes tumbas de emperadores. En caso de no disponer de tiempo para visitar las dos, os recomendamos la primera. Es un lugar impresionante y nada masificado por el turismo. Un imprescindible.

La entrada de Persépolis cuesta 150.000 riales (4,5 €) y la de Nash-e Rustam 100.000 (3 €). Vale la pena ir temprano y ver primero Persépolis sin gente y después ir a Nash-e Rustam, aunque hay a quien le gusta hacer fotos de la puesta de sol y lo hace a la inversa.


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