Cuando en un viaje uno llega a un lugar en el cual se siente cómodo y aturdido de tanta belleza, el deseo inmediato después de esta sensación es el de querer prolongar lo máximo el tiempo que se pasa en el lugar. Este es el sentimiento que nos produjo Isfahan, una ciudad bella entre las bellas, la que más en nuestro periplo por Irán. No nos extraña que la denominan "la mitad del mundo", un calificativo muy merecido que nos convence más cada día que pasamos en la ciudad y más la conocemos.
Pasear por Isfahan es ir encontrándote monumento impresionante tras monumento todavía más impresionante. Sus mezquitas decoradas con baldosa azul, el encanto de sus calles peatonales, el ambiente de sus bazares, el aroma de sus teterías, la tranquilidad en la medida justa, la gente amable y educada... Parecemos aducidos desde el primer momento por ella, como si estuviéramos dentro del cuento de las "Mil y una noches". El escritor Noah Gordon ya idealizó por su belleza exótica la ciudad de Isfahan en su novela "El médico". Después de verla con nuestros propios ojos, podemos decir que su descripción es de lo más certera. Punto por punto, coma por coma.
Cúpula de la mezquita Lutfullah, en la plaza del Imam |
Empezamos nuestra visita en el centro neurálgico de Isfahan: Meydan-e Naghsh-e Jahan o plaza del Imam, la segunda plaza más grande del mundo después de la de Tianananmen (en Beijing). Es una gran explanada ajardinada donde antiguamente se ubicaba el campo de polo y que está rodeada por el bazar, un palacio y varias mezquitas de cúpulas preciosas. El que antiguamente era un campo de polo, hoy es uno de los lugares preferidos por los iraníes para pasear, hacer compras y quedar con los amigos. Andar y dejar pasar las horas descubriendo cada uno de sus rincones es una gozada. Sin coches, el tiempo aquí parece que se haya detenido.
Meydan-e Naghsh-e Jahan |
En la zona este encontramos Palacio Ali Qapu del Sha Abbas el Grande, hoy con la fachada cubierta de andamios. Sólo por las vistas ya vale la pena entrar, desde arriba es desde donde se puede ver la mejor perspectiva de la plaza. También en sus pisos superiores encontramos la sala de la música, una habitación con las paredes decoradas de unos pequeños nichos de curiosas formas y que es, con diferencia, la más interesante de todas.
Palacio de Ali Qapu, en la plaza del Imam |
Sala de la Música del Palacio Ali Qapu |
Al norte encontramos la puerta Qaysariyeh, la entrada que conduce al Bazar Real. Los cinco kilómetros de recorrido del Gran Bazar de Isfahan están llenos de colores, olores y de movimiento constante. Si nos quedamos en la parte de los alrededores de la plaza del Imam se encuentran todo lo más turístico, los típicos souvenirs. Pero si nos adentramos por el corazón de esta micro-ciudad comercial por los callejones, patios, galerías y caravanserais aparece delante nuestro el auténtico bazar, la zona de los gremios, donde todavía hoy siguen haciendo todo tipo de artesanías de una manera manual. Es un auténtico aprendizaje pasear por aquí y ver las técnicas de cada oficio, tan específico, tan al por menor. Acostumbrados a verlo todo ya manufacturado, aprendemos mucho viendo cómo se hacen las cosas, o cómo se hacían aquí hace unos años.
Puerta Qaysariyeh, la entrada al bazar |
Orfebre en el bazar de Isfahan |
En el extremo sur de la plaza destaca la mezquita del Sha, conocida antes de la Revolución islámica como "mezquita Real". Es una de las obras maestras de la arquitectura mundial, comparable con edificios como Sant Pedro del Vaticano o el Taj Mahal (en la India). Su decoración cerámica se considera la mejor obra artística de este tipo que el hombre ha producido. En contraste con el bazar, este es un lugar muy tranquilo y tenemos la oportunidad de admirar hasta el más mínimo detalle de patios y aposentos en total soledad.
Mezquita del Sha |
Interior de la mezquita del Sha |
Mezquita Lutfullah, con la preciosa cúpula |
Interior de la mezquita Lutfullah |
El segundo día, paseando otra vez por la plaza del Imam, conocemos a dos chicos que nos preguntan sobre nuestra impresión de la ciudad y del país, la eterna pregunta de todos los iraníes, preocupados por la imagen errónea que son conscientes que tenemos sobre ellos. La conversación con Saeid y Ali, acabará convirtiéndose en una amistad más cercana. Ellos nos acompañan durante todo el día por la ciudad enseñándonos varios lugares, como el Palacio Kakh-e Chehel Sohun, pero sobre todo -y lo que para nosotros es más interesante- hablándonos sobre cómo es la vida en la Irán. Nos lo hemos pasado tan bien con ellos que no llega el momento de despedirnos, realmente los iraníes son gente hospitalaria como en ningún otro lugar hemos encontrado.
Con Saeid y Ali, nuestros anfitriones, delante de Kakh-e Chehel Sohun |
Es hora de irnos y continuar nuestro viaje que, poco a poco, se acerca a su fin. Nos despedimos de Isfahan desde otro de sus puntos emblemáticos, el puente Khaju. Los antiguos puentes que atraviesan el río Zayandeh son otro de los trazos distintivos de la ciudad. Durante los días que estamos la nieve ha sustituido el agua en el cauce del río, hecho que aprovechan los iraníes para jugar y hacer muñecos de nieve. Otra imagen insólita que nos llevamos en el recuerdo de este magnífico país.
Delante de Pol-e Khaju, sobre el río seco Zayandeh, debido a la época que cierran la presa |
Información útil
Cómo llegar:
Isfahan está a 450 km al sur de Teherán, 315 de Yazd y 480 de Shiraz. Nosotros hicimos el trayecto Shiraz-Isfahan en autobús y nos costó 210.000 riales por persona (5€). Se puede llegar también en tren y en avión.
Alojamiento:
Nos alojamos en el Sepahan Hotel (web en farsi), equivalente a un cuatro estrellas de aquí. Habitación doble con baño, wifi y desayuno nos costó 1.200.000 r./noche (30€). Muy recomendable por su ubicación (a tan sólo 10 min de la plaza del Imam y del bazar) y sus desayunos, muy completos. Ellos nos consiguieron taxi para hacer el trayecto hacia Kashan, nuestro destino siguiente.
De viajero a viajero:
Isfahan es el lugar donde más dinero te gastarás en entradas. Casi en todas partes se tiene que pagar, incluidas las mezquitas. La entrada a la mezquita del Sha vale 100.000 r. (2,5€), la de Lotfollah 100.000 r, Palacio Ali Qapu 150.000 r. (4€), la mezquita del Sha 200.000 r. (5€) y la mezquita armenia 150.000 r. En cambio lo que más nos gustó fue pasear por la plaza del Imam, que es gratis.
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