martes, 8 de julio de 2014

Un paseo por Kashan: de bazares, tes y casas señoriales


Posiblemente Kashan sea la ciudad más señorial de Irán. No tiene las majestuosas mezquitas de Isfahan o Shiraz, ni tampoco un gran casco antiguo como Yazd, pero justamente el hecho de ser una ciudad más pequeña que las anteriores la hace quizás más agradable. A todas partes se puede llegar a pie y posiblemente el hecho que fuera una ciudad de paso entre Isfahan y Teherán de la que a priori no esperáramos mucho, ha contribuido a que nos lleváramos una grata sorpresa con ella.

Pasear por Kashan es encontrarnos con construcciones exquisitas y los mejores lugares donde poder probar un te y fumar en pipa de Irán. Escondidas tras los altos muros de adobe de la ciudad, hay un centenar de casas grandes tradicionales que fueron construidas por comerciantes ricos del s.XIX. La mayoría de ellas se encuentran medio destruidas debido de al paso del tiempo y a que ahora nadie vive en ellas, pero algunas han sido restauradas y están abiertas al público. Todas se distribuyen alrededor de una serie de patios que están conectados entre ellos y están adornados con paneles de estuco, vidrios de colores ostentosos y las típicas torres del viento, que también encontrábamos en Yazd.


casa Tabatatei
Fachada desde el patio principal de Khan-e Tatabatei

La más interesante de todas las casas es la Tabatatei o Khan-e Tabatatei, una obra de arte por sí misma que vale la pena ver. Todos sus aposentos están hechos con muy buen gusto: en una parte hacían vida los miembros de la familia, en otra dormían y la última estaba reservada al servicio y cavallerías. O sea, ¡una mansión en toda regla! Se puede entrar a los aposentos, a pesar de que están vacíos y que tienes que imaginarte cómo debía de ser todo aquello con el mobiliario. El patio principal es una maravilla: la fuente refleja la belleza de la fachada de la casa, recubierta de espejos y estucados al detalle.


Interior de una de les estancias de Khan-e Tatabatei

Khan-e Boroujerdi es la otra de las casas tradicionales que visitamos. Se encuentra justo al lado de la anterior y cuenta también con un patio y una fuente ornamental, pero nada comparable a la Tabatatei. La pega que tiene esta es que no se puede entrar para ver las estancias por dentro, ya que que es de uso público y hay oficinas, así que te tienes que conformar con echar un vistazo desde el patio.


casa Boroujerdi
Patio de Khan-e Boroujerdi

Próximo a Khan-e Boroujerdi hay un antiguo hamman persa con 500 años de historia, el Hamman-e Sultan Mir Ahmad. Restaurado con muy buen gusto, lleno de baldosas azules, fuentes y aposentos diversos que imaginamos que debía de ser lugar de encuentro de la gente más pudiente en aquella época. Hoy son muy pocas las casas de baño que quedan en activo en Irán, la mayoría fueron cerradas a partir de la Revolución islámica. Una auténtica lástima...


hamam Kashan
Interior del Hamman-e Sultan Mir

A medio camino entre el bazar y las casas señoriales encontramos la Mezquita Agha Bozorg, una construcción muy diferente a todas las que hemos visto hasta ahora en Irán. Está estructurada en dos niveles y curiosamente desde la calle se accede directamente a la planta superior. A nuestros pies se abre un gran patio hundido con una fuente de abluciones en medio y diferentes salas que pertenecen a una madrassa que todavía está en uso. De hecho, coincidimos durante nuestra estancia con algunos chocos que salen de clase cargando con sus libros... A la izquierda de entrada de la mezquita encontramos la Tumba de Ghotbs Kashani, un famoso místico sufí del siglo XIX.

mezquita Kashan
Patio con madrasa de la mesquita Agha Bozorg

Además de las casas tradicionales, uno de los puntos fuertes de esta ciudad es el Bazar de Kashan: para nosotros, el mejor que hemos visto durante todo el viaje en Irán. Mujeres, parejas, familias enteras van a comprar a este lugar, un lugar donde pasar perfectamente una mañana o una tarde vagueando y mirando cualquier tipo de mercancías.

Kashan
Calle del bazar de Kashan

Son muchas las mujeres que, cubiertas con su chador negro de pies a cabeza, miran joyas de oro y compran de una manera casi obsesiva... acompañadas del marido, ¡está claro! Viniendo de un país occidental donde todo el mundo muestra pecho y muslo, nos sorprende que aquí las mujeres muestren tanto interés al comprar objetos ornamentales que llevarán escondidos bajo el largo chador y que, de buenas a primeras, nadie verá. Nos resulta curioso que quieran estar a la última en todo lo que tiene relación con las cosas caras.


bazar Kashan
Mujeres en una joyería en el bazar de Kashan

El bazar es todo un mundo que se va descubriendo poco a poco. A cada paso nos vamos topando con pequeñas sorpresas que atraen nuestra atención, como las diversas tumbas religiosas que se encuentran por los callejones. Encontrarlas es muy fácil: allá donde hay una reja dorada con una luz verde siempre hay una tumba y gente rezando alrededor. Muchas veces también se encuentran buscando el origen del cuchicheo de las plegarias, una melodía que no olvidamos y que es muy característica de cualquier lugar susceptible de ser venerado.


Kashan
Tumba en el bazar de Kashan

Los lugares con más encanto de este bazar se encuentran sin buscarlos. En uno de los pasillos se abre una puerta a una sala enorme y descubrimos un antiguo caravanserai, un lugar de otro tiempo reconvertido en un gran almacén del bazar. En los aposentos donde los antiguos comerciantes hacían noche entre etapa y etapa de la ruta de la seda, hoy se guardan las pertenencias de los modernos tenderos. Grandes alfombras, bobinas de todo tipos de tejidos, vajillas de cocer...Pero también electrodomésticos y televisiones de pantalla plana se depositan en las dependencias que rodean esta gran sala.

Algo más allá encontramos también un antiguo hamman reconvertido en sala de te. Parece un oasis escondido donde la gente conversa tranquilamente entre calada y calada a la pipa de agua (tanto hombres como mujeres). No nos podemos estar de tomar un té y deleitarnos con el ruido relajante del agua brotando de su fuente.


Interior del caravanserai

Se acerca el final del viaje. Esta noche marchamos dirección Teherán para coger nuestro vuelo de vuelta hacia Barcelona. Han sido 17 días fantásticos en un país que nos ha sorprendido gratamente sobre todo por su gente y en la que hemos roto muchos tópicos. Antes de irnos todavía viviremos otra de aquellas experiencias que se recuerdan por mucho tiempo... Sin saber muy bien cómo, acabamos en casa de Mohammad -bueno, si que lo sabemos, pero es largo de explicar-. Allí coincidimos también con Montse -una catalana que está recorriendo el mundo sin fecha de vuelta-, HaeSung -un coreano flipado por el Sònar y el Liverpool- y el hijo del Mohammad, un tipo muy simpático y peculiar que según nos ha explicado es cantante de música melódica. Una escena un poco surrealista pero acompañada de la hospitalidad y amabilidad iraní que siempre hemos encontrado en todo el país. Éste podría ser un retrato representativo de los valores de nuestro viaje.


Tomando un te con los amigos que conocimos en Kashan, en casa de Mohammad


Información útil

Cómo llegar:

Kashan queda a medio camino entre Teherán e Isfahan y son numerosos los autobuses en ambos sentidos. Nosotros aprovechamos los precios bajos de los taxis de Irán para aprovechar los trayectos para visitar otros lugares. El trayecto de Isfahan a Kashan lo aprovechamos para visitar Natanz -prescindible- y Abyaneh -un pintoresco pueblo de montaña interesante sobretodo por los peculiares y coloridos vestidos de las mujeres-. Por el trayecto, en los alrededores de Natanz, se pueden observar bases militares que, según dicen, protegen protegen las plantas nucleares de la zona (se pueden ver tanques y baterías antiaéreas, pero está prohibido hacer fotografías). El trayecto, incluidas las paradas, nos salió por 1.200.000 riales (30€).

El trayecto de Kashan al aeropuerto de Teherán también lo hicimos en taxi (900.000 r. / 23€), esta vez haciendo parada a Qom. En su imponente mezquita está la tumba de Fàtima, hermana del Imam Alí Ibn Mussa ar-Rida, lugar de peregrinación y centro de erudición chiita más grande del mundo. Aquí vivió el ayatolá Jomeini y fue un importante punto de la Revolución islámica.

Alojamiento:

Nos alojamos en Ehsan House, una típica casa antigua señorial. La habitación doble con baño compartido y desayuno nos costó 700.000 r./noche (18€). Hay que decir que el patio estaba en obras y que por este motivo obtuvimos buen precio. Muy recomendable por su ubicación (a tan sólo 5 min de la mezquita y a 10 min del bazar y de las casas señoriales para visitar). La habitación era básica pero confortable, aunque no llegaba la señal wi-fi. El desayuno muy completo y el personal tremendamente amable.

De viajero a viajero:

La entrada de las casas de Kashan valen entre 75.000 y 100.000 r. Khan-e Tabatatei imprescindible pero, si volviéramos, no visitaríamos Khan-e Boroujerdi. También se paga entrada en el Hamman (75.000), pero no en cambio en la mezquita. Resérvate unas horas para disfrutar y descubrir cada uno de los rincones del bazar, muy recomendable parar en su hamman reconvertido en tetería para hacer un te y una xixa (100.000 r. dos personas).

En las cercanías de Kashan hay varias visitas interesantes o, cuanto menos, curiosas. Noosh Abad (100.000 r) es una ciudad subterránea de 1.500 años de historia que fue utilizada hasta hace sólo unas décadas como lugar de refugio en tiempo de guerra. La mezquita de Aran es la más kitsch que hemos visto en todo nuestro viaje. Por el taxi para visitar estos dos lugares pagamos 200.000 r. (5€). Algo más lejos hay también un desierto de sal que no visitamos.


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