sábado, 14 de noviembre de 2015

Kharanaq, recuerdos de un pueblo abandonado de Irán


Como las personas, hay lugares que han caído en el olvido y que merecen ser recordados. Lugares abandonados donde un día hubo vida y que, impasibles, han visto como el paso del tiempo los ha ido destruyendo poco a poco sin remedio ni razón que lo impida. Pueblos que están esperando que alguien pase y los rescate del olvido, aunque sólo sea por unos instantes.

No son pocos los lugares abandonados que uno puede encontrar en su viaje por Irán. Restos de caravanserais, casas señoriales y antiguas fortificaciones, ciudades enteras de adobe... Con el abandono como elemento común, su suerte ha sido desigual dependiendo de su importancia histórica. Ya explicamos nuestra experiencia a las ciudadelas de Bam y Rayen, también en los palacios de la antigua Persépolis. Hoy os hablaremos de un lugar que no tiene la historia de los anteriores pero que en cambio lo hemos sentido más cercano.

Iran


A sólo 80 quilómetros de Yazd, y a un poco menos de una hora de coche, la visita a Kharanaq es una de aquellas experiencias que dejan huella. El que fue un lugar próspero hoy es un pueblo abandonado y en ruinas. Sólo la visita esporádica de viajeros y curiosos que se sienten atraídos por la historia plasmada en las sus edificios interrumpen el silencio de sus calles. Hasta 2.500 personas llegaron a vivir en su época de máximo esplendor, que poco a poco fueron emigrando a la ciudad. La cultura de la autosuficiencia chocaba con las costumbres modernas y sus vecinos fueron sucumbiendo a las comodidades del agua corriente y la luz eléctrica. Hace 38 años el pueblo fue completamente abandonado. Curiosamente sus últimos pobladores se establecieron a sólo unos centenares de metros. Ya era demasiado tarde y era mucho más fácil construir un nuevo Kharanaq en vez de intentar restaurar el antiguo pueblo.


Iran


El paso de los años pesa a Kharanaq, polvo y arena ha ido invadiendo las antiguas viviendas ante la mirada triste del abandono y el expolio. Fachadas, balcones y corrales emergen como testigo mudo de todo aquello lo que fyue en su día y ya no es. Sus vestigios, nos aportan pistas sobre cómo era la vida de los habitantes que décadas atrás habían transitado por estas calles. Por pocos instantes, entre las caricias de la brisa parece que todavía pueda escucharse el grito a la oración del muedín proveniente del minarete de la mezquita.


Iran, Kharanaq


Dentro de las casas todavía se encuentran enseres cotidianos sumergidos entre el polvo. Restos de una silla, la cabeza de una muñeca, unos platos rotos... Algunas cocinas todavía conservan las baldosas de barro cocido y el negro del humo de la chimenea. Unas escaleras que traen hacia los diferentes aposentos y una puerta medio descolgada que al abrirla da al vacío. Si las paredes hablaran, a buen seguro que nos explicarían historias interesantes.


ranIran


Al andar por las calles de este pueblo deshabitado con casas medio caídas tenemos la sensación de estar sacralizando un lugar donde hace pocos años había habido mucha vida. La estructura de las casas todavía se mantiene en pie, pero hay que tener cuidado de no pisar escaleras medio destruidas y mirar hacia arriba cuando entramos en el interior de ellas. No estamos del todo convencidos que sea del todo seguro y podríamos tener algún susto.

También hemos disfrutado como unos niños pequeños: hemos investigado dentro de las casas y nos hemos metido por lugares no muy recomendables por su poca estabilidad. Pero nos ha encantado perdernos por una ciudad fantasma hecha de adobe. Ha sido como encontrar un tesoro escondido desde hacía años, como si nadie nunca hubiera estabo antes allí y fuéramos los primeros en descubrirlo (a pesar de que sabemos perfectamente que no es así). A veces hacer de Indiana Jones te hace volver a sentir sensaciones escondidas en algún lugar del inconsciente, las mismas que cuando éramos niños.


Iran




Información útil


Cómo llegar:

Llegar a Kharanaq desde Yazd es complicado. La opción más interesante es alquilar un taxi y hacer una ruta circular visitando también Meybod y Chak Chak (lugar sagrado del zoroastrismo) en la misma jornada. Así lo hicimos nosotros y pagamos 800.000 reales (20 €) por la visita de los tres lugares con espera incluida (7 horas en total).


Alojamiento:

En Yazd nos alojamos en el Hotel Fahadan. Podéis ver aquí nuestra reseña.


De viajero a viajero:

Meybod es una ciudad con cuatro atractivos interesantes para hacer una parada: el castillo de Narin (100.000 r. de entrada), la casa de hielo -que es un depósito de grandes dimensiones para almacenar hielo-, el caravanserai y la torre de los pájaros -un edificio con centenares de nidos de paloma-. Chak Chak es el santuario más importante del Zoroastrismo en Irán y se encuentra ensartado en una montaña escarpada en el desierto, un lugar con una fuerte carga simbólica, pero en nuestra opinión menos interesante que Meybod y Kharanaq. Si decides hacer la misma ruta que hicimos nosotros, es preferible que empieces por Meybod e ir al castillo de Narin a primera hora para hacer la visita en solitario. Después visitar Chak Chak y finalmente Kharanaq, donde la luz de media tarde es perfecta por la fotografía. La visita a Karanaq es por libre, no existe ninguna entrada ni ticket, la ciudad se encuentra abandonada y puede acercarse quien quiera. Eso sí, id con cuidado de no entrar por ninguna zona destruida peligrosa.


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